Un ataque de los insurgentes contra una cárcel de la periferia de Bagdad controlada por las fuerzas estadounidenses provocó ayer una nueva tragedia. Un total de 22 presos murieron por los disparos de mortero de los guerrilleros, según informó un portavoz militar norteamericano. Más de un centenar de personas resultaron heridas.

El incidente ocurrió en la prisión de Abú Gharib, al oeste de Bagdad, que fue la cárcel más notoria durante el régimen de Sadam Husein. Según el general Mark Kimmit, jefe de operaciones de la coalición ocupante y portavoz militar, 18 obuses de mortero impactaron en las instalaciones carcelarias. Kimmit no precisó si los fallecidos eran delincuentes comunes o miembros de la resistencia encarcelados por las tropas estadounidenses. Según sus propios datos, la coalición mantiene unos 6.700 prisioneros "por motivos de seguridad" repartidos entre un centro de detención en el aeropuerto y la cárcel de Abú Gharib.

PRESOS LIBERADOS Horas antes, 250 detenidos habían sido liberados de esta prisión, según fuentes policiales iraquís. Estas fuentes señalaron que la puesta en libertad fue ordenada por el administrador civil estadounidense, Paul Bremer, tras el acuerdo de alto el fuego alcanzado el lunes entre las tropas de EEUU y los insurgentes atrincherados en Faluya.

Mientras tanto, la calma va volviendo a esa ciudad, asediada por las fuerzas estadounidenses desde el pasado 3 de abril. Una parte de los habitantes de Faluya regresaron ayer a sus hogares tras el mencionado acuerdo de alto el fuego, que prevé el cese de las operaciones ofensivas de EEUU a cambio de la entrega del armamento pesado por parte de la guerrilla. "Cincuenta familias han sido autorizadas a volver hoy; 50 más lo serán mañana y otras cincuenta al día siguiente", afirmó un oficial de los marines. Según las estimaciones de la Media Luna Roja iraquí, unas 5.000 familias se refugiaron fuera de la ciudad durante los combates de las últimas semanas.