Los extremistas islámicos eligieron ayer el centro de Islamabad para cometer uno de los atentados más mortíferos llevado a cabo en Pakistán. Un suicida hizo estallar el camión que conducía frente al lujoso Hotel Marriott. La explosión mató a al menos a 60 personas y dejó a más de 200 heridas. Asif Alí Zardari encajó el primer gran golpe desde que asumió la presidencia del país a principios de este mes. Horas antes del atentado, Zardari había pronunciado su primer discurso frente a la Asamblea Nacional.

Eran pasada las 8 de la noche cuando el terrorista se abalanzó con su vehículo --al parecer cargado con una tonelada de explosivos-- contra una de las barreras de seguridad que protegían el acceso al hotel, un edificio alargado, de solo seis plantas y con casi 300 habitaciones. Al parecer se produjo un intercambio de disparos. "Fue como el fin del mundo", declaró a la prensa un empleado del hotel poco después de registrarse la enorme deflagración. En poco tiempo, tres cuartas partes del hotel quedaron envueltas en llamas. La policía advirtió de que el edificio se podía venir a bajo.

SALTAR AL VACIO Algunos testigos dijeron que muchas de las personas que quedaron atrapadas en los pisos superiores saltaron al vacío. El número de víctimas mortales, entre las que hay mujeres y niños, fue aumentando a medida que pasaban los minutos. Al parecer, la explosión provocó que se desplomara uno de los grandes restaurantes del hotel, donde en ese momento había unas 300 personas celebrando la primera comida tras la jornada de ayuno del Ramadán. Gran parte de los huéspedes eran extranjeros, aunque ningún español, según la Embajada de España en Islamabad.

Al cierre de esta edición ningún grupo se había atribuido el atentado, aunque lleve el sello de Al Qaeda. El grupo terrorista, y otros afines, llevan un año cometiendo todo tipo de atentados en Pakistán, que han costado la vida a unas 1.200 personas. El propio Bin Laden declaró la guerra santa contra las autoridades del país asiático, única potencia nuclear musulmana, a la que calificó de "perros de Bush".

La oleada de atentados es la respuesta a la ofensiva que el Ejército paquistaní, con ayuda de las tropas estadounidenses desplegadas en Afganistán, está llevando a cabo en el noroeste del país, en las zonas fronterizas con Afganistán, convertidas, según Washington, en refugio de los talibanes y Al Qaeda.

NUEVA ESTRATEGIA A pocos metros del Marriott está el edificio de la Asamblea Nacional paquistaní, donde el presidente Zardari, horas antes del brutal atentado, había hablado de terrorismo y de la relación del nuevo Gobierno paquistaní con EEUU. "La situación de seguridad es crítica. Tenemos que acabar con el terrorismo y el extremismo pero con nuestra estrategia. La fuerza será solo el último recurso", afirmó.

El viudo de la exprimera ministra Benazir Bhutto dijo también que su país "no tolerará" que ninguna potencia viole la soberanía e integridad territorial "en nombre del combate al terrorismo". Zardari se refería al incidente ocurrido el 3 de septiembre cuando fuerzas especiales del Ejército de EEUU llevaron a cabo una operación militar en el interior de territorio paquistaní en la que murieron una veintena de personas.