Al menos 19 personas murieron y más de 60 resultaron heridas ayer en un atentado en las afueras de Islamabad, la capital de Pakistán. El objetivo del atentado fue una multitud de shiís que participaba en una ceremonia religiosa en el mausoleo de Bari Imam. Algunos testigos dijeron que el sangriento atentado fue perpetrado por un suicida.

El ataque de ayer vuelve a poner en peligro la frágil convivencia que reina entre la comunidad shií y la suní de Pakistán, esta última mayoritaria en el país. El atentado tuvo lugar a media mañana, justo antes de que el imán se dirigiera a los numerosos fieles congregados. Un testigo aseguró que la explosión la provocó un kamikaze que entró en el recinto vestido de policía y recitando el Corán.

ARTEFACTO CAMUFLADO Otra de las hipótesis que barajaba la policía es que los explosivos estuvieran camuflados en el exterior del templo, situado muy cerca de una zona que alberga gran parte de los edificios del Gobierno, entre ellos la residencia oficial del primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz, así como de algunas embajadas extranjeras.

Cada año por estas fechas, tanto los sunís como los shiís paquistanís celebran el aniversario de la muerte del teólogo musulmán Abdul Latif Kazimi, conocido con el sobrenombre de Bari Imam, que contribuyó a reislamizar la región en el siglo XVII. La festividad dura cinco días y tanto sunís como shiís se congregan en el mismo mausoleo, en ceremonias separadas.

Para muchos musulmanes la figura de Bari Imam simboliza la unidad de todos los musulmanes, ya sean sunís o shiís, confesiones enfrentadas desde los inicios del islam. El 97% de los 150 millones de paquistanís son musulmanes y, de este porcentaje, los shiís representan sólo el 15%.

Las dos confesiones reivindican la custodia del mausoleo que, desde hace 20 años, está en manos de los sunís. Los enfrentamientos entre ambas comunidades son moneda corriente en Pakistán. Desde la década de los 90, las luchas interconfesionales han acabado con la vida de más de 4.000 personas.

FATUA CONTRA LOS KAMIKAZES En un intento por poner fin a los sangrientos enfrentamientos entre las dos comunidades y a los atentados, el presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, ilegalizó, en agosto del 2001, a los grupos más radicales.

Hace pocos días, en vísperas de la celebración del aniversario de la muerte de Bari Imam, los líderes religiosos sunís y shiís del país dictaron una fatua edicto religioso en la que condenaban y prohibían los atentados suicidas contra los centros religiosos y los fieles musulmanes.

El atentado se registró horas antes de que miles de radicales islamistas se concentraran frente al Parlamento para protestar contra la profanación del Corán por parte de soldados estadounidenses en Guantánamo (Cuba) y en prisiones de Afganistán.

REHEN ITALIANA Por otra parte, el Comité de Ulemas de Afganistán decretó, la pasada madrugada, una fatua que exige la liberación de la rehén italiana Clementina Cantoni, secuestrada el pasado 16 de mayo en Kabul. El consejo subraya que "el islam incluye la protección de los extranjeros que han entrado legalmente en Afganistán".