Poco más de 24 horas después de que finalizara el asedio terrorista en Bombay, que causó 172 --23 menos de los anunciados el sábado-- y unos 300 heridos, comenzaron a rodar las primeras cabezas en el Gobierno indio. El ministro del Interior, Shivraj Patil, presentó ayer su dimisión al aceptar su "responsabilidad moral en los ataques". Su cartera la asumirá el hasta ahora titular de Finanzas, Palaniappan Chidambaram. La salida de escena de Patil se produjo en medio de un aluvión de críticas por la incapacidad de las agencias de seguridad de prevenir un ataque terrorista como el que, durante tres días, mantuvo en jaque a la capital financiera de la India.

De la cartera de Finanzas se ocupará ahora el primer ministro, Manmohan Singh, que ya fue responsable de ese ministerio en el pasado. Acosado por las críticas, también ofreció su dimisión el asesor para la Seguridad Nacional, Mayankote Kelath Narayanan, pero el primer ministro la rechazó. La retirada de Patil no sirvió para aplacar la tormenta política desatada por los atentados: para el principal partido de la oposición, el hinduista BJP, "es demasiado poco y llega demasiado tarde".

MAS VIGILANCIA Los ataques, atribuidos al grupo islámico con base en Pakistán Lashkar-e-Toiba (Ejército de la Pureza), llevaron a que el primer ministro reconociera serias lagunas en los servicios indios de espionaje y anunciara, a última hora del domingo, la creación de una agencia de investigación federal al estilo del estadounidense FBI. Singh también comunicó que se reforzará la vigilancia aérea y marítima y se abrirán bases de la Guardia Nacional de Seguridad en las mayores metrópolis de la India. Las nuevas medidas se conocieron de forma paralela a la llegada de un equipo del FBI a Bombay para colaborar en las investigaciones. El único terrorista detenido, el paquistaní Ajmal Amir Qasab, confesó que los agresores eran una quincena, de los que cinco habrían logrado huir y nueve fueron abatidos, según informaciones difundidas por la televisión local. Además, según fuentes policiales citadas por la cadena de televisión NDTV, el terrorista declaró a los investigadores que hizo "lo correcto" y que no se arrepiente de su participación en los atentados. Según las últimas cifras oficiales, que por "errores" en los recuentos hospitalarios hacen una revisión a la baja del número de fallecidos, en los ataques perdieron la vida 172 personas.

Mientras proseguían las investigaciones y la limpieza de los lugares atacados, Bombay mostraba ayer un aire de normalidad, con calles y mercadillos abarrotados y el tráfico en su caótico estado habitual. El propietario del Hotel Taj Majal, el multimillonario Ratán Tata, admitía en una entrevista a la cadena CNN que el establecimiento había recibido en el pasado alertas sobre la posibilidad de ser objetivo terrorista y había reforzado la seguridad, instalando detectores de metales en las puertas y prohibiendo que los vehículos aparcasen en la entrada. Sin embargo, algunos huéspedes --entre ellos cuatro españoles-- aseguran que los vigilantes hacían caso omiso a los detectores.

DELICADAS RELACIONES El ataque ha repercutido seriamente en las delicadas relaciones entre la India y Pakistán, las dos potencias atómicas del sur de Asia. Fuentes paquistanís advirtieron de que si la India concentra fuerzas militares en la frontera con Pakistán --como hizo tras los atentados del 2001--, Islamabad replegará las tropas que combaten a los islamistas en la frontera con Afganistán, lo que supondría un duro golpe a la guerra contra el terrorismo. El primer ministro paquistaní, Yousuf Raza Gilani, canceló un viaje a Hong Kong para tomar las riendas de la crisis y delinear una estrategia antiterrorista.