Ha sido un horror, pero al final somos los más afortunados porque no nos ha pasado nada". Así resumía el empresario español Alvaro Rengifo las casi 42 horas que él y su compañero, Alejandro de la Joya, pasaron encerrados en una habitación del Oberoi, uno de los dos hoteles de Bombay asaltados por terroristas el miércoles. Ayer, apenas dos horas después de su liberación y a punto de tomar un avión de vuelta a España, Rengifo, cansado pero sonriente, explicaba a este diario que la casualidad hizo que él y De la Joya acabaran de encontrarse en el ascensor, en el piso de este último, cuando comenzó el asalto: "Con las puertas del ascensor aún abiertas, nos avisaron de que estaban pasando cosas raras abajo. Entonces oímos tiros y vimos gente corriendo, no sabíamos muy bien qué ocurría".

Rengifo, de la compañía Isolux, y De la Joya, de Ferrovial, viajaban con la delegación de la Comunidad de Madrid encabezada por la presidenta Esperanza Aguirre y bajaban a cenar cuando empezó el caos en el hotel. Como estaban ante la habitación de De la Joya, salieron del ascensor y se refugiaron juntos allí. Desde donde se encontraban, en el piso 14, oían esporádicamente grandes explosiones, "más de medio centenar", y "muchos, muchísimos tiros". Sabían lo que ocurría gracias a las informaciones que recibían desde el exterior, porque las fuerzas de seguridad decidieron no cortar la electricidad ni las redes inalámbricas precisamente para permitir la comunicación con los retenidos.

Ello les permitió tener los móviles operativos y transmitir de cuando en cuando mensajes sobre su situación, uno de ellos dirigido a este diario. Las horas del asalto, explicaba ayer Rengifo, las pasaron durmiendo por turnos y sin apenas comer, solo picoteando "algunas galletas de chocolate que había en el minibar" y bebiendo "medio litro o un litro" de agua cada uno. "Pero es que con toda la tensión no teníamos ni hambre", apuntó.

El ejecutivo de Isolux también detalló que les habían avisado de que había una operación para rescatarles en marcha y que estaban al tanto de que la policía iba a llamar a su puerta. Cuando los agentes lo hicieron, identificándose como fuerzas de seguridad, los empresarios abrieron y se encontraron con "policías con cascos y pasamontañas negros". Los agentes indios los cachearon y luego los trasladaron a otra sala, donde les fueron juntando con más rehenes liberados. Cuando un pequeño grupo estuvo formado, los sacaron del hotel.

ALIVIO Y EMOCION Mientras tanto, ante las barreras de la policía en las inmediaciones del Oberoi una multitud aguardaba expectante a que saliera el grupo de liberados. Entre los que esperaban a los españoles estaba un hermano de Alejandro de la Joya y un representante de Isolux, la compañía para la que trabaja Rengifo, que respiraron aliviados y emocionados cuando finalmente los vieron aparecer ilesos. "Hemos tenido mucha suerte. Ha habido muertos y heridos, y nosotros hemos estado en una habitación donde no ha pasado nada. Todo ha acabado muy bien", concluía Rengifo.