El número de muertos en el este de China por la nueva cepa del virus de la gripe aviar H7N9 ha aumentado ya a cinco, tras las dos nuevas muertes registradas en las últimas horas en Shanghái, donde han fallecido cuatro de las cinco víctimas mortales, mientras se elevan a 14 los infectados.

Entretanto, las autoridades de la metrópoli china, la ciudad más poblada del gigante asiático con 24 millones de habitantes, ya inició su primer sacrificio masivo de pollos tras registrar el virus en una paloma de un mercado local, que ya fue cerrado.

Según recoge hoy la prensa local, una de las nuevas víctimas mortales, un hombre de 48 años, era un transportista de aves originario de la vecina provincia oriental de Jiangsu, aunque fue ingresado en Shanghái el 28 de marzo, donde murió tres horas después a causa de ese virus, según se ha confirmado.

Las ocho personas que habían estado en estrecho contacto con él no han mostrado fiebre ni problemas respiratorios, aseguró la Oficina de Sanidad de Shanghái.

La otra víctima mortal registrada en las últimas horas es una mujer shanghainesa de 52 años, que murió anteayer en el céntrico hospital de Huashan, uno de los más prestigiosos de China.

El suyo es el único caso registrado hasta ahora en el que una de las 31 personas que estuvo en contacto cercano con ella en los últimos días también ha empezado a desarrollar síntomas febriles, y se encuentra, como las demás, en cuarentena, aunque por ahora no se ha publicado si también está infectado con el virus o no.

En cualquier caso, hasta ahora no se ha demostrado que el H7N9 tenga la capacidad de transmitirse entre humanos, como sí ocurre con la cepa aviar H5N1, que ha dejado más de 360 muertos desde 2003.

En las últimas horas también se registró en Shanghái la presencia del H7N9 en un niño de cuatro años, que mostró ligeros síntomas de enfermedad pero se empezó a recuperar rápidamente, mientras otro shanghainés de 67 años también resultó contagiado y se ha sumado a las víctimas que se encuentran en estado crítico por la enfermedad.

Hasta ahora se han producido cinco muertes por el virus, cuatro de ellas en Shanghái y una en la vecina provincia de Zhejiang, así como otros 14 casos de contagio confirmados, seis de ellos en Shanghái, cinco en la provincia de Jiangsu, uno en la de Anhui y tres en Zhejiang, todos en el este de China.

Dos provincias más al interior, hacia el suroeste, Jiangxi y la región autónoma de la etnia zhuang, Guangxi, están también en alerta, aunque por el momento no han registrado contagios.

"Ahora que hay más casos, los expertos están recogiendo más información y material de casos clínicos sobre el virus, lo que les permitirá identificar más rápido su capacidad patógena y de contagio", explicó la directora del Centro de Control y Prevención de Epidemias de Shanghái, Wu Fan, según el diario "Shanghai Daily".

Los centros médicos que supervisa Wu fueron dotados ayer de compuestos reactivos que les permiten identificar el virus en unas cinco o seis horas de pruebas, mientras que en la ciudad continúa el plan de emergencia por el que hospitales, centros educativos y geriátricos deben comprobar cualquier posible caso de H7N9.

Por ahora se sabe que el periodo de incubación del virus es de siete días y que es conveniente tratar a cualquier contagiado con antigripales lo antes posible, aunque por falta de estudio de esta cepa que hasta hace unos días no se sabía que podía afectar a humanos, aún no existen vacunas para combatirlo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) descarta por el momento la posibilidad de una pandemia, ya que por ahora no se cree que el H7N9 se transmita entre humanos, sino más bien por contacto con aves o con sus fluidos corporales.