El tiempo se acaba para Alí Lmrabet. Los 44 días de huelga de hambre le han colocado al borde de la muerte y nadie espera que el veredicto del Tribunal de Apelación que hoy se hará público acabe con la injusticia que se cometió con la primera sentencia, lo que haría que el periodista cesara su protesta.

"Aunque muera, he ganado," le confesó Lmrabet a su hermana Naziha en la planta de presos del hospital Avicena de Rabat. El periodista, condenado a cuatro años de cárcel por un delito de ultraje al rey, está decidido a llegar hasta el final con la huelga de hambre que mantiene para reclamar el fin de la persecución judicial y el fin de la prohibición sobre Demain (en francés) y Duman (en árabe), las dos revistas satíricas que dirigía.

CONSUMIDO FISICAMENTE

Las seis semanas que ya lleva ingiriendo sólo agua con azúcar le han devastado. "Lmrabet está a punto de morir," alertó Abderrahim Yamai, su abogado. Consumido físicamente, ya no puede andar por si solo. Apenas habla y en algunos momentos ha entrado en estado de coma. Los 22 kilos que ha perdido han demacrado su rostro, le han curvado la espalda y le han dejado unos brazos exiguos y frágiles, apenas huesos y piel vacía.

La familia y los amigos intentan convencerle a la desesperada de que deje la huelga pues saben que no hay clemencia que esperar. "Alí, ellos no merecen que te vayas de este modo," escribió Bubker Yamai, director del semanario Le Journal . "Sólo los hipócritas --continuó-- dudan de la grandeza de tu combate. Alí, este combate te necesita. No es el momento de morir".

En España, la campaña de solidaridad va a toda máquina. Liderado por la novia de Lmrabet, la catalana Laura Feliu, el comité de apoyo al periodista ha editado un número especial de Demain, que ayer se presentó en Barcelona y en el que han colaborado amigos del periodista como Luis del Olmo, Maruja Torres, Rosa Montero, Gallego & Rey y este corresponsal.

Mohamed VI y su entorno no soportaron la mordacidad de las caricaturas que Lmrabet publicaba en sus revistas. Para comentar los presupuestos destinados a la familia real, empleó un dibujo en que se veía cómo de un furgón se descargaban sacas de dinero público para meterlas en Palacio.

HUMOR DE DENUNCIA

Con las viñetas que realizaba junto con el dibujante Jaled y el célebre humorista marroquí Bziz, Alí ponía en evidencia los rasgos más arcaicos de la monarquía alauí, denunciaba la sumisión de la clase política y demostraba que las promesas de cambio de Mohamed VI eran sólo palabras.

La monarquía intentó primero estrangularle económicamente privando sus revistas de publicidad y después recurrió al acoso. Le espiaban y le seguían a todas horas. Nada funcionó. Al final, lo metieron en la cárcel. Pero la jugada les salió mal. Lmrabet es ahora un símbolo de la libertad de prensa. Como dice Laetitia Grotti, una periodista francesa que trabaja en Marruecos, "querían que el castigo a Alí sirviera para dar ejemplo y sólo han conseguido que él sea un ejemplo a seguir".