Las autoridades locales de la provincia de Basora, que acoge a las tropas británicas desplegadas en Irak, han decidido romper relaciones con el Gobierno de Londres. El Consejo Provincial anunció ayer que no cooperará con el Ejército del Reino Unido hasta que éste no pida disculpas por la violencia empleada el lunes para liberar a dos de sus soldados, detenidos por la policía iraquí.

Por segundo día consecutivo, las tropas británicas permanecieron recluidas en las bases que poseen en la zona del sur del país por temor a nuevos enfrentamientos con la población, mayoritariamente shií. La crisis amenaza con convertirse en un nuevo quebradero de cabeza para el Gobierno de Tony Blair, cuya política en Irak es cada vez más cuestionada por la opinión pública de su país. El gobernador de Basora, Mohamed al Uaili, calificó el asalto con tanques de acto "vandálico", producto de "la arrogancia imperialista". Uaili enumeró las condiciones para reanudar la cooperación con los británicos: una disculpa formal de Londres y garantías de que algo así no volverá a pasar.

También pidió que se compense económicamente a las familias de las personas que murieron durante y después de la operación de rescate, al menos cinco, dos de ellos policías. Algunos miembros de Consejo Provincial exigieron también la entrega de los dos militares para juzgarlos.

REUNION BILATERAL Las autoridades han prohibido a los británicos pisar cualquier edificio público. Para hoy o mañana está prevista una reunión entre las autoridades civiles de Basora y responsables militares británicos. De momento, los soldados del Reino Unido han dejado de patrullar por la zona.

El alto mando británico teme que durante las plegarias de hoy los imanes de las mezquitas puedan caldear más el ambiente. Basora es una plaza fuerte del Ejército del Mehdi, milicia del radical shií Moktada al Sadr, contrario a la presencia extranjera.