Casi 58 millones de iranís --de sus 80 millones-- estaban llamados este viernes a las urnas para elegir un Parlamento en el que se espera que pierdan fuerza los reformistas y moderados y la ganen los conservadores y los candidatos de la línea dura.

El Consejo de Guardianes descalificó a 6.850 aspirantes, la mayoría moderados, alegando que eran "corruptos" o "infieles al islam", hecho que no ha dejado mucho margen a los ciudadanos reformistas a la hora de escoger. Las autoridades iranís esperan una participación del 50%, comparada con el 62% y el 66% que se alcanzó en el 2016 y el 2012, respectivamente.

Los comicios, se han celebrado en un momento en que la tensión entre Teherán y Washington se ha disparado y en que los ciudadanos viven un enorme descontento general, principalmente provocado por las nuevas sanciones económicas que impuso Estados Unidos sobre Teherán, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, decidiera retirar a su país del acuerdo sobre el programa nuclear iraní.

POCA INFLUENCIA DEL PARLAMENTO

Estas elecciones no tienen una gran influencia en cuestiones que dependen directamente del líder supremo, el ayatolá Ali Jamaneí, como política nuclear, exterior y el funcionamiento interno de muchos temas que están sujetos a otras instituciones con más peso que la Asamblea (Maylis). Pero un triunfo conservador daría alas a los más radicales de cara a las presidenciales del 2021.

Jameneí ha votado a las 7 de la mañana, cuando se han abierto los colegios electorales. Lo ha hecho cerca de su casa y haciendo un llamamiento a los ciudadanos para que acudieran a las urnas a elegir a sus 290 diputados. Los primeros resultados oficiales no se esperan hasta este sábado.

La televisión estatal ha mostrado imágenes de colas en algunos centros de votación para animar la participación, pero la apatía es bastante evidente, según ciudadanos citados por agencias.

"TODOS SON IGUALES"

"No me importan estas elecciones. Moderados o radicales, son todos lo mismo. Cada día que pasa somos más pobres", ha indicado a Reuters Puriya, estudiante universitario de 24 años, residente en la ciudad de Isfahan. "Me voy pronto de Irán, no hay trabajo, no hay futuro", ha añadido. "En mi zona, en el centro de Teherán, no ha votado mucha gente", ha asegurado, por su parte, Amirhusein, profesor de Educación Física de 28 años.

No solo la crisis económica ha hecho mella en los iranís sino también la indignación por el asesinato del líder de la fuerza de élite Quds, de la Guardia de la Revolución, Qasem Soleimaní, a principios de enero en un ataque de EEUU en Irak. Su asesinato provocó un resurgir de las posiciones más radicales y cierta unión entre los iranís.