Como si hubiera sido engullido por la tormenta. Con 228 personas a bordo, el vuelo AF447 de Air France entre Río de Janeiro y París desapareció ayer en pleno vuelo sin dejar rastro. Antes de perder contacto con el radar, el avión A-330 sobrevolaba el Atlántico en la zona del ecuador a unos 500 kilómetros de las costas de Brasil. El Ministerio de Exteriores confirmó que en el vuelo figuraban dos españoles, un ingeniero sevillano de 38 años, Andrés Suárez Montes, y una mujer catalana, sin precisar más datos.

Sobre las 4 de la madrugada, el piloto había avisado de turbulencias al pasaje --mayoritariamente de origen brasileño (58) y francés (61)-- antes de atravesar una violenta tempestad. Ni siquiera pudo enviar un mensaje de socorro. El contacto se perdió entre la última torre de control brasileña y la siguiente en Senegal cuando el avión atravesaba el ecuador, una área de meteorología normalmente agitada.

La primera señal de alerta se produjo a las 4.14 de la madrugada, cuando la torre de control del aeropuerto Charles de Gaulle de París, donde debía aterrizar a las 11.10 de la mañana, recibió una serie de comunicaciones automáticas del avión informando de averías en cadena en el circuito eléctrico. Después se produjo el vacío más absoluto.

ULTIMO CONTROL EN ABRIL El temor de un accidente fatal creció hasta convertirse en una evidencia una vez pasado el tiempo en que, de haber seguido volando, el aparato habría agotado el carburante. Se trata de un modelo moderno, muy fiable, que entró en funcionamiento en el 2005 y, según Air France, había pasado el último control técnico el pasado 16 de abril.

En el aparato viajaban 126 hombres, 82 mujeres, 7 niños, un bebé y 12 miembros de la tripulación. A la hora de cerrar esta edición, la búsqueda de los restos del avión --en la que participan los ejércitos francés, brasileño y español-- no había dado resultado. Las posibilidades de hallar supervivientes son "muy remotas", admitió el presidente francés, Nicolás Sarkozy, acongojado por lo que calificó "la mayor catástrofe jamás producida en Air France". Las autoridades pidieron ayuda al Pentágono para la búsqueda del aparato.

LOS INTERROGANTES La compañía apunta que la descarga eléctrica de un rayo podría estar en el origen de la avería del circuito eléctrico. Pero, ¿qué ha podido suceder para que este aparato provisto de los sistemas de seguridad y de localización más avanzados y en perfecto estado haya podido evaporarse? Expertos en aeronáutica intentaban responder a estas preguntan apuntando algunas hipótesis.

Pese a que el A-330 está preparado para afrontar tormentas, y los circuitos eléctricos están protegidos, no es descartable que un potente rayo pueda provocar un cortocircuito y desencadenar un incendio. Si el fuego alcanza el depósito de carburante, el aparato estalla de forma instantánea en pequeñas partículas.

El hecho de que el aparato no pudiera esquivar la tormenta pese a conocer la previsión meteorológica y contar con sofisticados radares es también excepcional. Los meteorólogos explican que, pese a volar a 12 kilómetros de altitud, en esta zona algunos cumulonimbus tormentosos pueden alcanzar hasta 17 kilómetros de altitud. Los aviones intentan pasar entre las columnas que forman estas nubes.

En caso de ser alcanzado por una descarga, el aparato cuenta con sistemas para reequilibrar la situación, por lo que, según los expertos, solo "algo apocalíptico" debe haber sucedido para que el piloto no haya podido lanzar un solo SOS.