El avance del Ejército ruso obligó a las tropas georgianas a abandonar ayer la ciudad de Gori, que está situada a tan solo una hora de Tiflis, la capital. La ciudad volvió a despertarse sobresaltada por los nuevos bombardeos lanzados por la aviación rusa. Si en Tiflis los aviones de combate llegaron sobre las cinco de la mañana, en Gori cayeron dos proyectiles en el barrio de Verxvebi, a las afueras de la ciudad, dos horas más tarde. No hay datos oficiales de víctimas. Solo las listas colgadas en la entrada del hospital de Gori.

El transporte público entre las dos ciudades funcionó con normalidad durante todo el día, por la misma ruta que comunica la capital con el oeste del país. Las populares mashurtkas (medio habitual de transporte en Georgia) iban repletas de gente. En una de ellas, viajaba el capitán del Ejército georgiano Badri Putkaradze, que fue claro al anunciar su objetivo: "ver correr la sangre rusa".

Prácticamente todas las tiendas están cerradas desde el sábado. El Ejército georgiano organizó una entrega de alimentos a la población, a base de pasta, arroz o fruta.