Un grupo de periodistas españoles observaba el sábado por la tarde el desproporcionado despliegue policial en Maatala, uno de los barrios más combativos de El Aaiún. De repente, un chico se les acerca y les dice: "Ayudadme. Grabadme. Me van a detener. A mi madre también la han pegado. Soy Brahim Tubari, licenciado en Ciencias Políticas y Derecho". El joven da a los atónitos periodistas su número de teléfono, y otro chico joven, Hasana Laasairi, de 28 años, estudiante de Matemáticas Aplicadas, les pide también que anoten su nombre y dirección. Acto seguido, Hasana se arrodilla ante las cámaras y los dos empiezan a gritar: "¡Viva el Sáhara Libre! ¡Viva el Frente Polisario!".

De forma instantánea, una nube de policías cae sobre ellos y empiezan las patadas, los puñetazos, los porrazos. Otros agentes impiden expeditivamente que los periodistas sigan tomando imágenes de la carga policial. Pero lo que han captado las cámaras es suficiente para hacerse una idea de cómo están las cosas.

Brahim sigue detenido. Hasana fue puesto en libertad de madrugada y se recuperaba ayer en casa de los golpes recibidos, sobre todo en la cabeza y las costillas. Tumbado en el salón, el kamikaze de El Aaiún explica que la paliza que le propinó la policía marroquí le hizo perder el conocimiento y que despertó en la comisaría de la Policía Judicial, rodeado de un grupo de agentes que le abofetearon, le insultaron y le amenazaron. "Claro que tengo miedo --dice Hasana--. Pero los saharauis tenemos que decir lo que pensamos".