José María Aznar librará hoy y mañana en Bruselas la batalla más difícil de su mandato: impedir que la UE apruebe un nuevo reparto de poder que deje a España como un país de segunda. El presidente sabe que se juega no sólo la presencia española en la futura UE, sino su prestigio como líder europeo.

Aznar está abierto a que se modifique el tratado de Niza, del año 2000, que otorga a España un poder de decisión en el Consejo Europeo casi igual al de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. Lo que no acepta es que prospere la propuesta contenida en el proyecto constitucional, que devuelve a España a una situación de país mediano.

En caso de no alcanzarse un acuerdo, Aznar apoyaría la opción de aprobar la nueva Constitución, retrasando el capítulo institucional. España acusó Berlusconi de defender sus intereses.