Una incansable Michelle Bachelet llegó ayer al hospital de campaña de Curicó y escuchó otra vez el lamento de los condenados por la tierra. Los relatos de infortunio de los chilenos del valle central se parecen a los de sus vecinos más al sur. El terremoto ha igualado a todos los perdedores en una dolorosa interpretación de la democracia. Luego la presidenta dijo que el número de muertos había llegado a 795 y seguiría aumentando. La gente le hizo saber del miedo que llega con la noche, y entonces dispuso una ampliación del toque de queda y del número de militares en las zonas devastadas. Bachelet lanzó a su vez una durísima advertencia a los bandidos: "Hemos instruido que se actúe con la severidad necesaria para impedir que sigan ocurriendo hechos de esta naturaleza".

Bachelet dijo entender "perfectamente" la angustia y "las necesidades apremiantes" de los afectados. "Pero sabemos que hay acciones delictivas. Y eso no lo vamos a aceptar". El general Guillermo Ramírez, quien en virtud del estado de excepción constituye la principal autoridad de Concepción, el epicentro de la tragedia, tradujo la orden de la jefa del Estado y llamó a "evitar cualquier accidente lamentable". Los soldados están autorizados a disparar.

MIEDO En las pantallas de televisión las escenas de rapiña se alternan con las acciones solidarias. Pero las primeras se repiten. "Ya no tenemos miedo a los temblores sino a los delincuentes", dijo el alcalde de Hualpén, Marcelo Rivera. El toque de queda rige desde ayer 18 horas, a partir de las seis de la tarde. La ampliación de esta medida extrema busca, además, garantizar un reparto más eficaz de las provisiones. Los uniformados entregarán alimentos casa por casa.

Bachelet abandonará el Palacio de la Moneda el día 11. El presidente electo, Sebastián Piñera, ya anticipó que tomará decisiones más rigurosas para mantener el orden y restituir los servicios públicos. El magnate dijo que no descarta considerar "zona de catástrofe" otras regiones afectadas, además de la del Maule y el Bío-Bío.

El megatemblor ha dejado 4.000 camas hospitalarias inutilizables. Unos 800.000 chilenos carecen de agua. La escasez es más grave en Concepción, donde los camiones cisterna asisten a las casas y los cañones de agua disuaden a las pandillas de acercarse a los centros comerciales. En la región, solo el 30% de las antenas de telefonía móvil pueden recibir llamadas. Pero además muchos de sus usuarios no pueden cargar sus baterías por falta de energía.

Al igual que hizo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, aterrizó ayer en Santiago para expresar la solidaridad con Chile. Clinton recordó que el seísmo tuvo "una fuerza muy superior a la del que arrasó a Haití" y que gracias a su histórica política preventiva se pudo evitar una desgracia de proporciones mucho mayores.

"CAZA DE BRUJAS" Pero es precisamente esa capacidad para anticiparse a los hechos la que se pone ahora en cuestión. La subestimación del peligro del tsunami y la lenta reacción estatal son las principales críticas al Gobierno. El ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, reconoció errores pero dijo que estas no son horas de "caza de brujas".

La sociedad chilena se moviliza por las redes sociales para saber de un familiar perdido o resolver problemas. La cultura high tech es visible en la vida cotidiana. Y quizá por eso resulta incomprensible lo que ocurrió con las comunicaciones. "No es comprensible que tengamos los aviones parados", se quejó el comandante de la Fuerza Aérea, el general Ricardo Ortega.