Con un índice de popularidad del 67%, y a 10 meses de entregar el poder, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, lamentó ayer la decisión de la Cámara de Diputados de negarse a eliminar uno de los últimos bastiones de la dictadura pinochetista: la ley electoral que impide el acceso al Parlamento a las minorías políticas. En su debate sobre el estado de la nación ante el Congreso, reclamó volver a discutir esa reforma porque el país "merece una democracia mejor". La eliminación del sistema binominal for- mó parte de la "palabra empeñada" por Bachelet al asumir el cargo. El oficialismo acusa a la derecha de bloquear la enmienda.

Al realizar ayer en Valparaíso, sede del Parlamento, un balance de sus tres años de gestión, y de cara a los comicios generales de diciembre --en los que, por primera vez, según las encuestas, puede ser derrotada la Concertación Democrática, en el poder desde 1990-- la presidenta pidió una campaña que "enaltezca la política" y en la que se escuchen "propuestas y no acusaciones".

Después de un comienzo de gestión incierto, Bachelet ha logrado consolidar su liderazgo. "La cantidad de niñas que ahora quieren ser presidenta de Chile es impresionante", ha dicho.

Pero ella quiere abandonar el Gobierno siendo la regla y no la excepción de una realidad todavía adversa en cuestiones de género. En Chile solo hay dos senadoras en una Asamblea (Senado) compuesta por 38 miembros, mientras que existen 18 diputadas sobre 120 escaños.

En su mensaje, Bachelet expresó, no obstante, la satisfacción por haber cumplido uno de los principales objetivos: un sistema de pensiones más solidario. "Por eso los chilenos la apoyan", dijo el expresidente Eduardo Frei, y actual candidato de la Concertación. Frei se ha comprometido "solemnemente" a mantener las políticas de "protección social" de este Gobierno. Pero teme que el ala izquierda del oficialismo le dé la espalda, poniendo en peligro su triunfo.