Irán no sólo no ha dejado de enriquecer uranio en las últimas cuatro semanas, sino que ha acelerado el proceso, según el último informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) presentado ayer en Viena por Mohamed el Baradei. El Consejo de Seguridad de la ONU recibirá el documento y decidirá si sanciona al país mediante una resolución, una posibilidad que no asusta al presidente del país, Mahmud Ahmadineyad. "A la nación iraní le importan un bledo esas resoluciones", dijo antes de conocer el informe. Su bravata encendió más a los gobiernos de EEUU y del Reino Unido, que pidieron la intervención urgente del Consejo de Seguridad.

"La intransigencia del Gobierno iraní no es aceptable", dijo el presidente de EEUU, George Bush. "Es muy grave que no coopere con el OIEA y el Consejo de Seguridad de la ONU", declaró el ministro de Exteriores británico, Jack Straw. "Vamos a pedir al Consejo --dijo Straw-- que ejerza una presión mayor sobre Irán, para que la comunidad internacional tenga la seguridad de que su programa nuclear no representa una amenaza para la paz".

De momento, y a la vista del informe, el embajador de EEUU ante la ONU, John Bolton, anunció que Washington presentará una resolución en la que se exigirá a Teherán el cese de su programa de enriquecimiento de uranio. La resolución no propondrá castigos, de momento, pero podría permitir la aplicación del Capítulo VII de la Carta de la ONU, que autoriza las sanciones e incluso su imposición mediante la fuerza militar.

AGOTAR EL DIALOGO Philippe Douste-Blazy, ministro de Exteriores de Francia, miembro permanente del Consejo de Seguridad, volvió a apostar por agotar la vía diplomática y se limitó a afirmar que las conclusiones del informe del OIEA reflejan una "situación preocupante para toda la comunidad internacional". Mucho más moderados, China y Rusia se opusieron a la pretensión de EEUU y del Reino Unido de que se sancione a Irán.