Michel Barnier, el negociador jefe de la Unión Europea (UE) para el brexit, no esconde ni su decepción por el caos político en el que sigue instalado el Parlamento británico ni la gravedad de la situación. «Anoche (por el martes), una vez más, hubo una serie de votaciones negativas. Es sorprendente y decepcionante ver que la Cámara de los Comunes, la cámara del país que ha decidido dejar la Unión Europea, siga sin tener ninguna mayoría positiva, solo negativas. Así no se puede organizar una retirada ordenada», recordó ayer dando por hecho que el matrimonio entre la UE y el Reino Unido camina hacia un divorcio a las bravas.

En menos de diez días se cumple el plazo adicional otorgado por los 27 líderes de la UE como nueva fecha de salida del club, el 12 de abril, y la paciencia ante el desbarajuste en Londres está a punto de agotarse. «(El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude) Juncker ha dicho que la paciencia está al límite. A mí aún me queda un poco y espero que el Parlamento británico aproveche para ratificar este acuerdo» porque para que haya una retirada ordenada «este acuerdo es el único posible», recordó Barnier.

Los Jefes de Estado y de Gobierno se verán de nuevo las caras dos días antes, el 10 de abril, en una cumbre de urgencia convocada por el presidente de la UE, Donald Tusk, para tomar in extremis una decisión, en la que se espera que la primera ministra británica, Theresa May, informe del camino que piensa seguir el Reino Unido. Sobre la mesa, de momento, tres escenarios posibles, aunque visto el bloqueo en Westminster se reducen a solo dos.

El primero es, que de aquí a entonces, May consiga lo que no ha logrado desde diciembre ni en las tres votaciones que ha habido hasta ahora en el Parlamento británico: desbloquear la situación con un acuerdo que permita al Reino Unido salir de forma ordenada el 22 de mayo, la fecha acordada por los líderes europeos. «No es imposible pero tampoco lo más probable», reconocen fuentes diplomáticas.

La segunda, que cobra cada vez más fuerza, es un divorcio sin acuerdo que podría producirse el mismo 12 de abril o aplazarse unos días o semanas (aunque no muchas) para dar tiempo a los 27 a preparar la decisión, que obligará a reinstaurar algún tipo de controles entre Irlanda e Irlanda del norte, a adoptar medidas inmediatas para proteger el mercado único y el acuerdo de paz de Viernes Santo.

Y, la tercera, un aplazamiento largo del brexit que obligaría al Reino Unido a celebrar elecciones europeas entre el 23 y 26 de mayo y a escoger de nuevo a sus 73 eurodiputados. «Tres meses sería inutil y 21 demasiado largo porque no hay nada que pueda justificarlo. Así que lo normal sería 9 o 12 meses», acotan fuentes diplomáticas sobre este posible plazo extra. Se trata de una opción que cuenta con grandes defensores dentro de la UE, como Tusk, pero que ni será automática ni está garantizada debido a la incertidumbre que conllevará para la UE.