La marea azul ha barrido el Reino Unido. La promesa de resolver el brexit de una vez resonó más allá de los distritos conservadores. El mensaje populista y fácil logró calar en las circunscripciones laboristas de clase obrera, donde jamás se había votado a los tories.

El resultado en las urnas es uno de esos grandes giros históricos de rumbo político, que ya ha sido comparado con el de Margaret Thatcher en 1979 o Tony Blair en 1997. Ellos también atrajeron a masas de votantes, más allá de sus propios simpatizantes.

«Hemos destrozado el muro rojo», declaró Johnson, cuando el recuento de papeletas mostró que, en circunscripciones obreras del noreste de Inglaterra y Gales, devastadas a las consecuencias de la desindustrialización y el cierre de las minas, había ocurrido lo impensable. En esos lugares donde siempre se culpó a Thatcher de sus miserias era anatema la idea de votar por los conservadores. Pero esta vez, sin embargo, lo hicieron. Ocurrió en Bishop Auckland, laborista desde 1918, Blyth Valley, Workington, Redcar, Darlington e incluso Sedgefield, el antiguo distrito de Blair.

Los electores no optaron por abstenerse, votar a los liberales o por el Partido del Brexit. Pasaron directamente de votar laborista a votar conservador. A ellos se dirigió Johnson cuando ya tenía la victoria en la mano. «Quizás solo nos han prestado el voto y piensen volver a votar laborista la próxima vez. En ese caso agradezco que hayan puesto su confianza en mí, en nosotros. Nunca voy a tomar su apoyo como si fuera cosa hecha».

NOCHE ESPANTOSA / La noche electoral fue espantosa para los laboristas. Buena parte del gabinete en la sombra se quedó sin escaño. Las recriminaciones comenzaron pronto y también los llamamientos para que Jeremy Corbyn dimitiera, algo que no ocurrió. Corbyn afirmó sentirse «decepcionado» por el resultado, pero no pidió disculpas por haber perdido 59 diputados. Volvió a defender su programa de inspiración marxista, del que dijo sentirse «orgulloso» y contaba con «un gran apoyo del público».

De la derrota culpó al brexit, que había polarizado el debate. Muchos, en cambio, apuntaron a Corbyn , el hombre que según el The Guardian, cercano al laborismo, «ha llevado a los laboristas al abismo. No tiene agilidad, carisma o credibilidad».

Corbyn, de 70 años, se marchará, según anunció «el próximo año», cuando sea elegido su sucesor. La batalla interna promete ser sangrienta. El enfrentamiento entre la línea de socialismo marxista del corbynismo y los diputados centristas y proeuropeos ha sido continuo. El tiempo apura porque en mayo hay elecciones municipales y locales en la que está en juego la alcaldía de Londres. Para entonces deberían tener un nuevo líder.