Objetivo: la conquista del Corriere della Sera , primer diario del país. A pesar del cierre total por ferragosto --las vacaciones que universalizó el emperador Augusto--, en Italia se libra estas semanas una batalla financiera preñada de implicaciones políticas --cara a las elecciones generales del 2006--, sociales e incluso psicológicas por el control del grupo editorial Rizzoli, propietario del periódico símbolo de la burguesía liberal italiana y, entre otras empresas, de la editorial francesa Flammarion y del rotativo español El Mundo .

Según las informaciones reveladas hasta la fecha, los analistas estiman que existe un proyecto estratégico para el asalto al Corriere y al grupo milanés que contaría con la bendición de Silvio Berlusconi. En múltiples ocasiones, el jefe del Ejecutivo italiano ha manifestado su desagrado porque ese diario, moderado y de prestigio, no apoye a su Gobierno conservador. El asunto le obsesiona. El capitalismo italiano de solera no ha invitado nunca a Berlusconi a sus salones.

El análisis del mercado bursátil y de las conversaciones telefónicas pinchadas por orden de la magistratura señalan que la editorial Rizzoli puede acabar desmenuzada y bajo la órbita de las derechas italiana y española encabezadas por Silvio Berlusconi y José María Aznar. El grupo editorial Vocento (dueño de Abc ) ha desmentido que esté interesado en el Corriere , pero no que participe como apoyo en la operación. En ésta desempeñarían también un papel un socio francés y los aliados nada ocultos del primer ministro italiano: un ejército puesto en pie con la colaboración del yerno de Aznar, Alejandro Agag, y de Ubaldo Livolsi, propietario de un banco de negocios (Livolsi & Partners), pero sobre todo socio de Berlusconi, creador de la marca Mediaset y responsable de la entrada en bolsa del grupo televisivo del jefe del Gobierno italiano.

Las maniobras de Agag

Mientras el expresidente del Gobierno español pasaba unos días de vacaciones en julio en Villa Certosa, la mansión de Berlusconi en Cerdeña, el financiero Agag se deshacía en llamadas y encuentros con los protagonistas del asalto a Rizzoli. Agag no es un desconocido en la derecha italiana: tuvo un papel decisivo en la entrada de Forza Italia, el partido de Berlusconi, en el Partido Popular Europeo (PPE), y mientras trabajaba en un banco portugués en Londres hizo varios negocios con las empresas del primer ministro italiano. Antes del comienzo de la guerra de Irak, La Repubblica publicó la foto de un navío que transportaba material de guerra de EEUU a la zona del Golfo. "Ha sido fletado por una sociedad de Berlusconi y Agag", rezaba el pie de foto.

Después de meses de permanecer tras la barrera, el mercado bursátil ha decidido que en torno a Rizzoli "habrá guerra" y está apostando por ella: en un solo día --el pasado lunes-- se vendieron 5 millones de acciones, equivalentes al 0,6% del capital. El precio de los títulos aumentó un 3%. El martes, el valor subió otro 1%. Desde que en marzo se ventilaron las primeras escaramuzas, una acción de Rizzoli ha pasado de 2,98 a 6,07 euros (el 5 de agosto).

El asalto a Rizzoli empezó meses atrás, cuando Stefano Ricucci, un empresario del sector inmobiliario, comenzó a comprar acciones de la sociedad, oficialmente en solitario. Hasta el ferragosto había adquirido el 20,9 % del valor de la editorial. Si llega hasta el 30%, la ley italiana le obliga a lanzar una OPA para hacerse con el control completo del grupo.

Peligro de traición

En el otro lado de las barricadas, varios socios de Rizzoli (Pirelli, Tronchetti Provera, Fiat, Pesenti) tienen firmado un acuerdo accionarial por el que mantienen el control sobre el 58% del grupo, de modo que, si el pacto funciona, Ricucci y sus socios perderán cualquier esperanza de hacerse con Rizzoli. Pero en las llamadas intervenidas por orden judicial y publicadas por la prensa, Ricucci afirma que al menos cinco accionistas le "darán sus participaciones". Como si en el pacto hubiera posibles traidores.

Gianpiero Pesenti, presidente del acuerdo accionarial, ha respondido que se trata de fantasías. "El pacto es sólido y entre una cosa y otra controla más del 60% del capital", ha añadido Luca Cordero de Montezemolo, presidente de Fiat, de Ferrari y de Confindustria (organización patronal). El pulso entre el capitalismo de solera y los nuevos ricos, que puede cambiar el panorama mediático de Italia, proseguirá después de las ferias de Augusto .