Bélgica es consciente de que no tiene tiempo que perder. La mayoría de los partidos coinciden en que la crisis política abierta por la dimisión en bloque, el pasado viernes, del equipo de Gobierno, que dirige el primer ministro democristiano flamenco Yves Leterme, debe ser lo más corta posible, porque a las divergencias no resueltas entre flamencos y valones se suma una crisis económica que exige respuestas inmediatas. Aunque la solución más simple es que el jefe del Ejecutivo continúe al frente del país, la opción que cobra más enteros es nombrar un nuevo primer ministro que trabaje con la misma coalición.

EL DESFILE El jefe del Estado, el monarca Alberto II, continuó durante toda la jornada de ayer con la ronda de consultas iniciada el viernes para tomar la temperatura a partidos y dirigentes políticos. Pasaron por el palacio del Belvedere el dimitido ministro de Justicia, Jo Vandeurzen, así como el presidente de la Cámara baja, Herman van Rompuy, el del Senado, Armand De Decker, y los viceprimer ministros. La intención del soberano es tomar una decisión inmediata, antes de Navidad.

Según la mayoría de los medios de comunicación belgas, es muy improbable que Leterme --que lleva apenas nueve meses como primer ministro-- no continúe al frente del Ejecutivo. Resta, por tanto, encontrar un sucesor de entre los políticos democristianos o de la coalición de Gobierno. Entre los posibles candidatos que más suenan está el presidente de la Cámara baja, a quien el rey ya confió en agosto del 2007 el cargo de explorar para acercar posturas en las negociaciones para formar Gabinete.

LA QUINIELA También se incluyen en la quiniela el exprimer ministro Jean Luc Dehaene, recién elegido presidente del consejo de administración de Dexia; la presidenta de los democristianos, Marianne Thyssen, el exprimer ministro liberal, el flamenco Guy Verhofstadt, y el actual viceprimer ministro valón, Didier Reynders.

Sea quien sea el elegido, la tarea que tendrá por delante no será nada sencilla, teniendo en cuenta los expedientes tan complicados con los que deberá lidiar: sacar adelante el presupuesto del 2009; concretar un plan de relanzamiento frente a la crisis económica; llevar a buen puerto la operación de venta de activos del Banco Fortis, origen de esta nueva catástrofe política; y concluir un nuevo acuerdo interprofesional entre sindicatos y empresarios.

Otra incógnita a despejar será el tiempo que el nuevo equipo permanecerá en el cargo. Entre los escenarios posibles se incluyen desde nombrar un Ejecutivo de duración determinada --las legislativas están previstas para el 2011-- o uno provisional y convocar elecciones el mes de junio.