Bélgica se hundió ayer en una grave crisis política tras el fracaso de las negociaciones entre flamencos y francófonos sobre la reforma del Estado y la ampliación de los poderes de Flandes. Era una crisis anunciada ante las posturas irreconciliables de las dos comunidades del país sobre los puntos esenciales de esa reforma. No es la primera crisis seria de Bélgica, pero sí la más profunda de su historia; se ha ido agravando a lo largo de los últimos 13 meses y afecta a la propia identidad del país. La duda es si los dirigentes políticos serán capaces de encontrar un consenso que evite una descomposición acelerada de Bélgica.

La fecha límite del 15 de julio fijada por los partidos flamencos para obtener una reforma del Estado que ampliara de forma sustancial los poderes de Flandes ha resultado fatal para el primer ministro, el democristiano flamenco Yves Leterme. El lunes por la noche, Leterme presentó su dimisión al rey ante las diferencias "irreconciliables" entre las dos comunidades.

ESTRATEGIA FALLIDA La propuesta de Leterme de sustituir el acuerdo por una declaración gubernamental con los puntos de la reforma para seguir negociando en otoño no obtuvo el respaldo de su propio partido democristiano (CDV) ni de su aliado, los nacionalistas de la Nueva Alianza Flamenca (NVA). Y a Leterme no le quedó más remedio que presentar al rey su tercera dimisión en menos de un año.

El rey Alberto II, de 74 años y con la salud debilitada, inició ayer una primera serie de consultas con diferentes dirigentes políticos para estudiar posibles salidas a la crisis. El monarca aún no ha decidido si acepta la dimisión del primer ministro.

Las alternativas son pocas. El rey puede confirmar a Leterme, a pesar de sus fracasos políticos y de su creciente debilidad ante su propio partido. O puede encargar a otro líder político la tarea de formar un nuevo Gobierno federal y pactar la reforma del Estado o de formar un Gobierno de transición hasta las elecciones de junio del 2009.

El rey puede también optar por unas elecciones anticipadas tras la pausa estival. Esta última posibilidad parece la menos probable, porque se estima que unas elecciones anticipadas acentuarían el radicalismo en Flandes y el riesgo de ruptura.

ACUSACIONES Los democristianos flamencos responsabilizaron a los francófonos de la crisis por su intransigencia en las negociaciones y afirmaron que Leterme "ha hecho todo lo humanamente posible para desempeñar su papel". "El modelo federal ha llegado a su final", subrayó el líder del grupo, Servais Verherstraeten. Los nacionalistas del NVA también echaron la culpa a los francófonos.

Los partidos francófonos, por su parte, apostaron por mantener el actual Gobierno y seguir negociando. Los liberales francófonos (MR) señalaron que aún era posible llegar a un acuerdo sobre la reforma del Estado. Los socialistas francófonos también defendieron la continuación de las negociaciones, mientras que los democristianos francófonos (CDH) insistieron en garantizar la gobernabilidad.