La Unión Europea (UE) se encuentra en un momento especialmente convulso. Conscientes de los grandes desafíos que encara con la caótica salida del Reino Unido y unas elecciones comunitarias que pueden certificar el auge de los movimientos ultraderechistas, la cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, acudieron ayer a la historia para estrechar lazos y firmar el tratado de cooperación e integración franco-alemán. «Reafirmamos que queremos hacer frente a los grandes desafíos de nuestro tiempo de la mano», dijo la líder conservadora. Reunidos en la ciudad alemana de Aquisgrán, emblema del europeísmo, ambos mandatarios firmaron un acuerdo con el que pretenden «elevar las relaciones a otro nivel» y dar un nuevo impulso a la mermada UE. «El mundo ha cambiado y es necesario un nuevo Tratado para consolidar los postulados del Tratado del Elíseo», dijo la cancillera, en alusión al apretón de manos entre Konrad Adenauer y Charles de Gaulle que hace 56 años impulsó el motor franco-alemán.

Medio siglo después, la alianza entre Francia y Alemania es ya incuestionable. La tensa relación con los Estados Unidos de Donald Trump, el ascenso de las fuerzas nacionalistas y los crecientes problemas domésticos que especialmente acorralan a Macron han dibujado un panorama plagado de turbulencias ante el cual quieren dar señales de fortaleza con un Tratado de Aquisgrán en defensa del multilateralismo y la soberanía. En un acto altamente simbólico, Merkel y Macron renovaron los votos de su alianza en la sala de coronación del Ayuntamiento de Aquisgrán, donde residió el emperador Carlomagno.

Pero más allá de los gestos, este documento bilateral de 13 páginas también establece hasta una quincena de medidas concretas como una mayor coordinación de la política económica para «profundizar» la unión monetaria, de la política medioambiental, ampliar el programa de intercambios entre sus ciudadanos, armonizar la legislación mercantil o cerrar definitivamente la central de nuclear de Fessenheim, la más vieja de Francia.

Ante los dardos de Trump, el acuerdo fija la sintonía militar franco-alemana y defiende una política de Defensa y Exterior común para «reforzar la capacidad de acción autónoma de Europa», algo «inconcebible» hace unos años.

DEBILITAR A FRANCIA / Sin embargo, este nuevo esfuerzo para mostrar unidad de cara a la galería no esconde cierta decepción francesa por un pacto al que varios analistas han acusado de falta de ambición. Una vez más, Berlín parece haber ignorado los cantos de sirena franceses que piden una profunda reforma de la eurozona. Lejos queda ya la ambición propuesta por Macron en su conocido discurso de la Sorbona, pronunciado en septiembre del 2017. En él detallaba un plan que París sigue considerando necesario para refundar la UE frente al auge del populismo xenófobo y euroescéptico pero que, de nuevo, ha topado con el nein alemán. La oposición a ambos mandatarios ha hablado. Asediado políticamente por la revuelta de los chalecos amarillos contra sus políticas neoliberales, Macron ya ha sido acusado por Marine Le Pen de «debilitar a Francia» con este nuevo acuerdo. Merkel, por su parte, ha enfurecido a la oposición y al propio presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, por fijar su encuentro con Macron el mismo día en que el Parlamento alemán conmemoraba el Tratado del Elíseo. Señal de que las turbulencias aún no han acabado.