Se avecinan tiempos difíciles para Italia. Después de haberlo anunciado durante la campaña, ayer lo volvió a decir Silvio Berlusconi, vencedor de las elecciones con mayoría absoluta en las dos cámaras.

Si el pregonero de milagros espectaculares en las pasadas elecciones del 1994 y del 2001 pronostica que la cosa se pone "difícil" y que deberá tomar "medidas impopulares", debe ser que la situación que se avecina será dificilísima y que las decisiones del próximo Gobierno conservador serán muy impopulares. Con una izquierda que por primera vez no tendrá representación en el Parlamento y que tradicionalmente canalizaba el malestar social, no es difícil imaginar una vuelta a las protestas, huelgas y manifestaciones.

De momento, Berlusconi ha anunciado que hoy se verá con el presidente ruso, Vladimir Putin, en la villa del magnate en Cerdeña y próximamente cenará con el dirigente de EEUU, George Bush, "para celebrar" la victoria. Curiosamente, sus primeros aliados no serán los líderes de aquella Europa con la que Italia había vuelto a dialogar tras la derrota electoral conservadora del 2006, que consideraba la UE más como un obstáculo que como una posibilidad, sino la vieja Rusia, con la que Italia ha aumentado sus negocios.

Berlusconi recibió ayer el aplauso del embajador de EEUU en Roma, Ronald Spogli, quien dijo ver "con gran entusiasmo e interés la perspectiva de trabajar aún más con el nuevo Ejecutivo". Berlusconi reunió en su residencia a los dirigentes de su coalición y echó marcha atrás sobre los primeros nombres del Gabinete, que ya había empezado a adelantar, adaptándose a la tradición de que quien nombra a los ministros no es el presidente del Gobierno, sino el presidente de la República.

Berlusconi vaticinó: "Habrá momentos difíciles y será necesaria una fuerte renovación para realizar las reformas necesarias que tendrán contenidos impopulares". El dirigente explicó que se refería a los recortes de privilegios y gastos de la Administración pública. A esto habrá que añadir, entre otras medidas a tomar por el nuevo Gobierno, el trazado europeo en zona italiana de los trenes de alta velocidad, obstaculizado por las poblaciones y la construcción de un polémico puente sobre el estrecho de Messina, considerado como un lujo en el país con la mayor deuda pública de Europa.

EDITORIAL DEL EPISCOPADO Los obispos italianos mostraron su alivio ayer por la victoria de Silvio Berlusconi. El editorial del periódico Avvenire , propiedad de la Conferencia Episcopal, aseguraba que "de las urnas ha salido una derrota más sonora y amplia todavía: la de los ideólogos y portabanderas del llamado zapaterismo ético-social. Es decir, de la ambición, tan querida al primer ministro socialista de España, de proponer en salsa mediterránea la desarticulación jurídica de la familia natural".