Ha vuelto el Caimán , como diría el director de cine Nanni Moretti, y las elecciones han hecho, además, una escabechina de los partidos menores que durante los últimos 15 años habían decidido la duración de los gobiernos en Italia.

Silvio Berlusconi, del conservador Pueblo de la Libertad (PDL), gobernará por tercera vez tras ganar de forma clara, neta y por encima de las previsiones las elecciones generales celebradas el domingo y el lunes, con el 47,2% de los votos en el Senado y el 46,4% en el Congreso, según las proyecciones, con el escrutinio respectivamente al 96% y al 80%. Su rival, Walter Veltroni, del progresista Partido Democrático (PD), alcanzó el 38,2% de los votos en el Senado y el 38% en el Congreso.

En escaños, el centroderecha tendrá 163 en el Senado y 340 en el Congreso, contra los 141 y 241 del PD. La afluencia a las urnas fue del 80,4%, con un descenso respecto al 2006 de 3,2 puntos.

BUEN HUMOR Berlusconi no se dio ninguna prisa en comentar los resultados. "De muy buen humor", según sus colaboradores, llamó por teléfono a Gianfranco Fini, su aliado de la derechista Alianza Nacional (AN) en el PDL, para expresarle su satisfacción. Luego recibió la llamada de Veltroni para aceptar la derrota y felicitarle. Y finalmente, ya por la noche, intervino en directo en un programa de la televisión pública. El futuro primer ministro dijo estar "conmovido" y "abierto al diálogo con la oposición para impulsar las reformas" que Italia necesita, y añadió que espera "meses difíciles, que exigirán una gran fuerza". "Durante la campaña dije siempre que ganaríamos, y así ha sido", recordó el líder de la derecha, quien prometió que nunca firmará una ley que suponga aumentar los impuestos.

El candidato progresista reconoció la clara victoria del centroderecha, al tiempo que consideró "importante" el resultado de su PD. "Hemos aumentado en seis puntos con respecto a lo que consiguió la coalición progresista en el 2006", dijo Veltroni, quien lamentó haber tenido "solo seis meses" para poner en pie el nuevo Partido Democrático.

Veltroni declaró que el PD hará "una oposición sobre la base del programa reformista presentado en la campaña electoral", pero "con plena disponibilidad para realizar las reformas necesarias" en el país. Como se recordará, la inestabilidad política italiana de los últimos años es debida a una ley electoral que deberá ser reformada, así como, en consecuencia, los reglamentos de las Cámaras. Probablemente, esta reforma transformará el Senado en una asamblea de tipo regional como en España. En su comparecencia, el derrotado líder progresista formuló su deseo de que el centroderecha "gobierne en el respeto de los valores fundamentales de la Constitución".

COALICION DE CENTRODERECHA Con el 5,2% en el Senado y el 6,2% en el Congreso, la Liga Norte de Umberto Bossi --integrada en la coalición de centroderecha-- ha conseguido un éxito inesperado, el mayor en los últimos 17 años, que varios políticos y comentaristas interpretaban ayer como la clave que condicionará el próximo Ejecutivo. El propio Veltroni previó ajustes internos en el Pueblo de la Libertad por el éxito de la Liga Norte y del menor poder conseguido por Alianza Nacional, aunque Bossi dijera ayer que no tomará a Berlusconi "como rehén".

Las últimas proyecciones antes de los resultados definitivos aseguraban que, después de años de presencia en el Parlamento, los comunistas y los verdes, aliados en la Izquierda Arco Iris (SA), probablemente no entrarán esta vez. Por su parte, la católica Unión Democrática de Centro (UCD) sí parece haber obtenido los votos suficientes para entrar en el Congreso y en el Senado, pero sin capacidad de condicionar la mayoría vencedora. Las proyecciones de anoche atribuían a la extrema izquierda (SA) el 3,2% en el Senado y el 3,1% en el Congreso, mientras que UDC alcanzaba respectivamente el 5,7% y el 5,5%. De manera que el juego político será un partido mano a mano entre el PDL y el PD.

Sobre la mesa del próximo Ejecutivo de centroderecha hay algunos dosieres urgentes: la venta de Alitalia, en la que Berlusconi se opone a la oferta de Air France y KLM, que es la única que existe; la drástica pérdida de poder adquisitivo; la subida necesaria de las pensiones, el déficit del sistema sanitario nacional y la necesidad de continuar la lucha contra la evasión fiscal comenzada por los progresistas, imprescindible para dotar al Estado de los fondos que exigen las promesas hechas en campaña.