La mayoría conservadora logró rechazar ayer, por tres votos, dos mociones de censura contra el Gobierno de Silvio Berlusconi, en una jornada que las crónicas recordarán como una de las más caóticas de los últimos decenios. Mientras los diputados se insultaban y llegaban a las manos en el Congreso, centenares de miles de estudiantes se manifestaban en varias capitales italianas contra la reforma universitaria, provocando en Roma escenas de guerrilla urbana como no se recordaban desde los años 70.

"¿Y ahora, qué pasa?", se preguntaban ayer después del voto los diputados de la mayoría, los partidos de la oposición, la gente de la calle, los analistas políticos y el Vaticano, que siempre sigue muy de cerca la suerte de los gobiernos de Roma. La bolsa lo tuvo más claro: al conocerse el resultado de 314 votos contra 311, las acciones de Mediaset, el grupo televisivo controlado por Berlusconi, pasaron de 2,62% euros a 4,6% para cerrar al 4%.

Tras el voto, Berlusconi dijo "estar sereno, como siempre", aunque los dirigentes del único socio del Ejecutivo, la Liga Norte, no lo parecían tanto. "Hemos ganado la primera parte del partido, pero si Berlusconi no consigue ampliar la mayoría, habrá el pitido final", comentó el ministro del Interior, Roberto Maroni.

CANTANDO ´VA PENSIERO´ "Con un margen de dos o tres votos no se gobierna", decía Umberto Bossi, líder de la Liga, poco antes de que sus parlamentarios salieran del hemiciclo entonando Va Pensiero del Nabuco de Giuseppe Verdi, canción con la que desean suplantar desde hace años el himno nacional italiano. El democristiano Giuseppe Pisanu, aliado de Berlusconi, optó por citar a Dante Alighieri: "Quien quiera alegrarse que lo haga, pero del mañana no hay certeza".

Poco antes, el presidente del Congreso, Gianfranco Fini, líder de los disidentes que han llevado a Berlusconi al borde de la caída, tuvo que suspender la sesión. Katia Polidori, diputada de Futuro y Libertad (FLI), partido liderado por Fini tras dejar a Berlusconi, votó a favor del Gobierno. Los conservadores aplaudieron, pero el finiano Giorgio Conte empezó a discutir a gritos con ellos en el hemiciclo, tratando de prostituta a la diputada, mientras otro finiano se peleaba con un colega de la Liga que la defendía.

Los progresistas del Partido Democrático (PD), que habían presentado una de las mociones de censura, se contentaron con el "mañana incierto" de Dante. "Es una victoria de Pirro", subrayó Pierluigi Berdani, secretario del PD, que en su discurso había dicho a Berlusconi: "Usted sabe que no está en condiciones de garantizar la estabilidad" y que "lo único que busca es una inestabilidad controlada para llegar hasta las elecciones".

El expresidente del Gobierno Massino D´Alema acusó al Gobierno de "vencer gracias a tres o cuatro votos comprados". Y el moderado Pierferdinando Casini, al que algunos señalan como un posible sostén del Gobierno, pidió a Berlusconi que "pare este delirio de autosuficiencia" e interrumpa "esta insensata carrera hacia lo desconocido".

EN LA CALLE Mientras esto sucedía dentro del Congreso, cientos de miles de estudiantes colapsaban en toda Italia estaciones, autopistas, la bolsa de Milán, el puerto de Palermo y el centro de Roma. Hubo un centenar de heridos, más de 40 detenidos, cócteles molotov, bancos y aseguradoras asaltados y peleas sangrientas entre manifestantes y policías. Bajo el eslógan Unidos contra la crisis , los estudiantes protestaban por una reforma que acerca las facultades al mercado y al capital privado.

A los estudiantes se unieron las víctimas del terremoto de L´Aquila, hartos de una reconstrucción inacabada y los napolitanos, hartos de la basura. También los violentos grupos antimundistas del Black Block, de tendencia anarquista.