Si cambia el tono, mi dolor no habrá sido inútil". El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, salió ayer del hospital para pasar 15 días convaleciente en una de sus villas, y lo hizo transmitiendo la impresión de que la vida política italiana seguirá como antes del domingo, cuando un enfermo mental le lanzó a la cara una miniatura de mármol del Duomo de Milán. Con el rostro envuelto en vendas, el primer ministro dijo que "si la oposición toma distancias de los instigadores de la violencia, habrá diálogo". La afirmación parece atribuir la agresión a la oposición política y no al acto aislado de un perturbado.

"Como recuerdo de estos días, me quedarán el odio de pocos y el amor de tantos, tantísimos italianos", añadió Berlusconi, puntualizando: "A unos y a otros hago la misma promesa, seguiremos adelante con más fuerza".

Antes de pasar por el dentista para revisarse los dos dientes rotos a causa del impacto de la estatuilla de la catedral de Milán, Berlusconi precisó: "Se lo debemos a nuestro pueblo, a nuestra democracia, en la que no prevalecerán ni la violencia de las piedras, ni la que es peor, la de las palabras".

Además de al dentista, Berlusconi deberá volver a la clínica privada suiza donde en el pasado ya se sometió a operaciones de cirugía estética para que le borren ahora las huellas que la agresión le ha dejado en el rostro. Hasta las puertas del centro Ars Medica de Ginebra llegaron ya ayer los primeros periodistas, aunque la dirección del centro no confirmó ni desmintió nada.

Mientras Berlusconi se encontraba en el hospital, los partidos de la oposición han formalizado un frente común para defender la legislatura, en el caso de que Berlusconi decida presionar al presidente de la República --que tiene la última palabra-- para forzar la convocatoria de elecciones anticipadas. Los centristas de la UDC, los populistas de Antonio Di Pietro (IDV), los progresistas del Partido Democrático (PD) y al menos 25 o 30 conservadores fieles a Gianfranco Fini, socio y aliado de Berlusconi, no desean las elecciones anticipadas.

OFENSIVA Mientras tanto, varios dirigentes conservadores siguen hincando el diente en la supuesta violencia desatada contra Berlusconi. El Ministerio de Interior anunció nuevas normas contra los seguidores de Massimo Tartaglia, el enfermo que tiró la estatuilla a Berlusconi, y contra diarios como La Repubblica y programas de la televisión pública que han condenado la agresión a Berlusconi, pero sin renunciar a criticar sus políticas.

Renato Schifani, presidente del Senado, manifestó su alarma por lo que calificó como "verdaderos himnos a la instigación a la violencia" en Facebook. La ofensiva contra internet fue abierta por Roberto Maroni, ministro de Interior, que anunció un decreto ley sobre nuevos delitos informáticos. Poco después lo transformó, a instancias del presidente, en proyecto de ley, con debate en el Parlamento.