El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quería hacer un decreto para recontar los votos de las elecciones generales, cuyo resultado no admite, pero el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, se habría opuesto a esta idea, aseguraban ayer medios informativos locales. El diario La Repubblica titulaba ayer mismo: "La última tentación del Cavaliere. Un decreto para recontar los votos", todos o al menos aquellos contestados.

El decreto tendría un sólo objetivo, "verificar las sospechas de irregularidades, poner en discusión por un tiempo larguísimo la victoria de la Unión y retrasar el nacimiento del nuevo gobierno más allá de la elección" del nuevo presidente de la República, prevista para el mes que viene, indica el diario.

La coalición de centro izquierda la Unión, liderada por Romano Prodi, que se impuso en los comicios por un estrecho margen, de sólo una décima en el Congreso y dos escaños en el Senado, que Berlusconi no ha querido reconocer hasta que se realicen verificaciones de los votos.

Sin embargo, la hipótesis planteada por el primer ministro "fue frenada inmediatamente por el Quirinale (sede de la presidencia de la República), obligando a Palazzo Ghigi (sede del Gobierno) a revisar aquella tentación". Berlusconi se reunió el miércoles con Ciampi y en la entrevista "habría evocado el problema", señalando que tenía noticias de "tantas, demasiadas irregularidades. Haría falta una verificación, pero real".

Ciampi, ante la propuesta del primer ministro de recontar los votos por decreto, dio "una señal clara para hacer entender que un decreto de este tipo no habría recibido nunca su aval". Al salir de la entrevista con Ciampi, fue cuando Berlusconi señaló a la prensa que se había producido "fraudes" en los comicios y que se debían controlar las actas de votación de 60.000 secciones.

CONTROL RIGUROSO Pocas horas después y en una declaración, Berlusconi pidió un "control riguroso" de los votos para comprobar cada "error o irregularidad", debido a la pequeña diferencia de papeletas que dio la victoria a la Unión.

Entretanto, los principales aliados del Gobierno del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, reaccionaron ayer con cautela. Representantes de la derechista Alianza Nacional y de los democristianos de la UDC no emplearon la palabra "fraude", mientras que el ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, de Forza Italia --partido de Berlusconi--, eludió hacer comentarios. "Hace un bonito día", dijo Pisanu a los periodistas que le preguntaron por las palabras de Berlusconi.