El primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, salió del hospital San Raffaele de Milán, donde se hallaba ingresado desde este domingo a raíz de la agresión que sufrió al término de un mitin político.

El equipo médico que se está ocupando de su salud le dio definitivamente el alta después de haberla pospuesto en varias ocasiones. De hecho, tendría que haber salido del centro hospitalario el miércoles por la tarde, pero los médicos prefirieron dejarle en observación una noche más.

El septuagenario 'premier' se despertó después de pasar una noche tranquila, a diferencia de las anteriores, en las que había tenido fuertes dolores de cabeza y molestias en el cuello y en la espalda.

Berlusconi tendrá ahora que guardar al menos dos semanas de reposo, motivo por el que ha tenido que cancelar todos los actos públicos que estaban previstos para los próximos días, y acabará de curarse de sus heridas en su residencia privada de Arcore (norte), donde pasará la Navidad.

La agresión de que fue víctima este domingo fue captada desde distintos ángulos por las cámaras de televisión que en ese momento circundaban al 'premier'. El agresor, que se llama Massimo Tartaglia y sufre desequilibrios mentales, le lanzó un souvenir de la catedral de Milán en plena cara, rompiéndole dos dientes y provocándole una fractura en la nariz y heridas en el labio y en la encía.

Tartaglia se halla ahora en la cárcel, después de que la jueza que se está encargando de las investigaciones preliminares, Cristina Di Censo, rechazara ayer la petición de sus abogados, que habían solicitado trasladarle temporalmente a un hospital psiquiátrico.

Sin embargo, el padre del agresor, Alessandro Tartaglia, teme que su hijo pueda intentar suicidarse si permanece en prisión. "Mi hijo en la cárcel no puede estar porque está mal, no puede estar con otros detenidos, tengo miedo de que cometa un gesto irreflexivo", declaró ayer a la RAI.