Silvio Berlusconi ha sabido torear una crisis de Gobierno que parecía anunciada y ha conseguido, gracias a largas y tensas reuniones y sin tener que recurrir a gestos extremos, como el de dimitir, el apoyo de sus aliados, tanto los que permanecen con él en el Ejecutivo, como el de los democristianos de la UDC --que hace unos días cogieron las maletas y presentaron su dimisión--, que prometen su apoyo parlamentario desde fuera del Gobierno.

Pero el resultado final se verá en el Parlamento en los próximos días, cuando quedará claro si el pacto entre los aliados ha sido verdaderamente sellado o se trata sólo de un paréntesis en la crisis de Gobierno. Durante el día, algunas declaraciones tanto del vicepresidente, Gianfranco Fini, como de miembros de la UDC, hacían pensar en un Berlusconi bis ; es decir, una dimisión de todo el Ejecutivo y el nombramiento de un nuevo Gobierno capaz de contentar a todos y enfrentarse, con un nuevo programa, a las mismas peticiones del centroderecha: más apoyos a las empresas y al sur del país.

Teóricamente, Berlusconi acudió a su reunión con el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, no sólo con las cartas de dimisión de los tres ministros del UDC sino con la suya propia y con la intención de recibir del jefe del Estado el encargo de formar nuevo Gobierno. Pero, tras una hora de reunión, el jefe del Gobierno afirmó con una amplia sonrisa: "No he dimitido. La sorpresa la habéis tenido vosotros". Después anunció que explicará la situación en el Parlamento.

DEBATE EN EL SENADO "Iremos primero al Senado para comenzar un debate", dijo Berlusconi, quien añadió que acudirá con sus plenos poderes y apoyado por una mayoría que permanece unida. Ciampi se limitó a aceptar la dimisión de los tres ministros de la UDC. Pero la sonrisa de Il Cavaliere escondía muchas dudas sobre cómo se resolverá la cuestión.