Ingrid Betancourt dio ayer otro paso en su consagración como icono de la libertad al serle concedido el premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008. La exrehén francocolombiana, liberada tras más de seis años de cautiverio en manos de la guerrilla de las FARC, "personifica a todos aquellos que en el mundo están privados de libertad por la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la violencia terrorista, la corrupción y el narcotráfico", argumentó el jurado del prestigioso galardón.

En las votaciones finales, la candidatura de Betancourt se impuso a la del Colegio de Europa --institución universitaria pionera en estudios europeos, con sede en Brujas (Bélgica)-- y a la del jesuita español Enrique Figaredo, que trabaja en Camboya entregado a la lucha contra las minas antipersonas.

"Siento una inmensa emoción", declaró Betancourt desde Nueva York, después de conocer la noticia. "Sé que no merezco semejante distinción, pero la recibo con mucho respeto y con mucha humildad", añadió. "Es un maravilloso suceso, un feliz presagio para quien sí lo merece", en referencia a Colombia.