Con excepción de Alexandria Ocasio-Cortez, no ha habido en el último año una estrella más fulgurante en el Partido Demócrata de Estados Unidos que Beto O’Rourke, el excongresista de Tejas de 46 años, que en las legislativas de noviembre quedó a solo 2.5 puntos de arrebatar el escaño en el Senado a Ted Cruz en el mayor estado republicano del país. Ahora O’Rourke, o simplemente Beto, eleva aún más su figura: ayer anunció oficialmente que entra en la ya superpoblada carrera demócrata para tratar de sacar a Donald Trump de la Casa Blanca en el 2020.

La candidatura de Beto promete sacudir la lucha demócrata, en la que ya hay otros 15 candidatos. Esa lucha intestina, a más de 10 meses de que se celebren el 3 de febrero las primeras primarias en Iowa, plantea públicamente la batalla entre las propuestas más progresistas, encarnadas sobre todo por Bernie Sanders y Elizabeth Warren, y la agenda progresista pero más moderada de figuras como Kamala Harris, un duelo que puede intensificarse aún más si como se espera anuncia su candidatura el exvicepresidente Joe Biden, emblema perfecto del establishment. O’Rourke se mueve en el centro de ese debate. Su mensaje es positivo y de unidad, aprovechando su experiencia en la fronteriza ciudad de El Paso, donde nació y ha hecho su carrera, para afrontar la radical agenda de Trump en inmigración, un duelo que ya se vio en febrero, cuando el presidente dio un mitin en la ciudad y O’Rourke fue la estrella de una contramanifestación.

En su vídeo de anuncio de la candidatura, al que sigue un viaje de tres días por Iowa, O’Rourke alerta sobre las «amenazas sin precedentes a la democracia» que representan tanto «actores extranjeros como Rusia» como «la polarización» y «un presidente que está minando todas las instituciones democráticas». Y con los buenos resultados obtenidos en Tejas, asegura que tiene «capacidad de unir a la gente» y competir en estados republicanos. «No sé si hay otro candidato que pueda hacer eso», le ha dicho a Texas Monthly el candidato, que ofrecerá su primer gran mitin el 30 de marzo en El Paso.

Lo que O’Rourke no tiene de momento es una gran propuesta definitoria. Y aunque pone la lucha contra el cambio climático en el centro de su agenda, por ahora se ha mantenido a cierta distancia de las propuestas más progresistas del Green New Deal y la universalización de la cobertura sanitaria pública.

Beto tiene también otros retos. Uno es su déficit de experiencia, y otro la imagen de privilegiado hombre blanco que fue a un instituto de élite y a la prestigiosa Universidad de Columbia, así como un par de incidentes con la ley, incluyendo uno por conducir borracho, de los que al parecer se salvó por la influencia de su padre, juez en El Paso.