Hoy es una fecha histórica más en el apretado racimo de efemérides relativas de la Unión Europea. Dado que por estos pagos la admiración por todo lo francés --incluyendo sus anacronismos-- es artículo de fe, el protagonismo de Tony Blair se suele contemplar con aprensión. Pero podría ser el hombre providencial que muchos pedían a gritos.

El hecho de que Gran Bretaña sea una actriz algo tangencial en el proceso de integración no es mala cosa: la UE necesita un árbitro no tan directamente comprometido. Londres se llevará bien con Berlín y hasta puede estar apuntando un eje en espiral que temporalmente evite París, donde no están para muchos liderazgos. Si dejan que Blair intente paliar el desbarajuste reinante en el continente, los británicos podrían animarse a una más completa integración en la UE. Quizá queden atrás por un tiempo las bellas palabras sobre la unión política, pero un poco de pragmatismo británico puede venirle a Europa como agua de mayo.

*Profesor de Historia.