No son fáciles las relaciones con Corea del Norte, así que conviene pisar terreno transitado. Bill Clinton, expresidente de EEUU, se reunió ayer por sorpresa en Pyongyang con Kim Jong Il, líder norcoreano, 15 años después de que James Carter, otro expresidente, aceitara las relaciones bilaterales cuando pendía la amenaza nuclear tras verse con su padre, Kim Il Sung. El objetivo oficial de Clinton es sacar de la cárcel a dos periodistas estadounidenses, condenadas a 12 años de trabajos forzosos. Lo consiguió. El máximo dirigente norcoreano, en un acto de gracia, las perdonó. Queda por ver si este éxito diplomático se verá premiado además con un desbloqueo del conflicto global que enfrenta a los dos países.

La televisión mostró a Clinton bajar de un avión sin distintivos en el aeropuerto de la capital, donde le esperaba una muchachada con los regalos de rigor. Clinton estrechó con vigor la mano de Kim Kye Gwan, viceministro de Exteriores y, más importante aún, jefe en las negociaciones de la desnuclearización.

Después cenó con Kim, según la agencia de noticias norcoreana, que habló de una "conversación exhaustiva" y de un "cambio de impresiones en asuntos de mutua preocupación". Los medios norcoreanos afirmaron que Clinton le transmitió un "mensaje verbal" de Barack Obama, pero la Casa Blanca lo negó. Antes de que el perdón presidencial fuera anunciado, Clinton se reunió con las dos profesionales. El encuentro fue "muy emocional", según dijo la cadena de televisión estadounidense ABC.

ESTRATEGIA Es de esperar que Kim saque rédito interno de este desenlace. El dictador, de 67 años y salud deteriorada, busca legitimación para nombrar a su hijo sucesor. Los analistas ya anticiparon que su segunda prueba nuclear y el resto de desmanes balísticos de los últimos meses eran una llamada de atención a Obama para que este diera urgencia a la solución del conflicto norcoreano. El encarcelamiento de las dos periodistas se entendió como una nueva medida de presión, aunque Washington aseguró que desvincularía la negociación de ambos asuntos.

De Bill Clinton dicen sus amistades que las conferencias y otros actos típicos de expresidentes no consiguen librarle del aburrimiento. No había un asunto más adecuado para que se estrenara en misión diplomática con la Administración de Obama que este. Por un lado, Hillary Clinton, su esposa y secretaria de Estado, ha convertido la liberación de las periodistas en un asunto personal. Por otro, las periodistas trabajaban para una cadena de Al Gore, quien fue vicepresidente cuando Bill Clinton estaba al frente de la Casa Blanca. Y, por último, nunca las relaciones entre Washington y Pyongyang fueron menos malas que cuando Clinton era presidente de EEUU. La distensión propició que Jo Myong Rok, jefe militar norcoreano, se entrevistara con el mandatario estadounidense en Washington en el 2000.

EEUU no ha solucionado en más de medio siglo el problema de Corea del Norte. Desde que su Ejército se dejara los dientes en la guerra de Corea (1950-1953), en las relaciones bilaterales ha sobrado hostilidad y desconfianza. El asunto parecía bien encaminado en 1994, cuando Jimmy Carter convenció a Kim Il Sung de detener la carrera nuclear. Las conversaciones con ambos Bush fueron más que difíciles, y acabaron con la inclusión de Corea del Norte en el "eje del mal".

PRESION Cuando Obama anunció su disposición al borrón y cuenta nueva, Pyongyang respondió con un ensayo nuclear y salvas de misiles que cayeron cerca de Japón. Su presión para que la ONU aprobara nuevas sanciones incentivó la conocida verborrea belicosa norcoreana. Los analistas señalan que Bill Clinton difícilmente conseguirá algo tangible, más allá de la liberación de las periodistas, pero que iniciará un nuevo deshielo mutuamente deseado: por Obama y por Kim Jong Il.