El último intento de Tony Blair por enterrar la indeseable herencia de Irak volvió a fracasar ayer. A cuatro días de las elecciones, Blair tuvo que volver a enfundarse los guantes de boxeo y defenderse de nuevas acusaciones sobre los manejos con los que llevó al Reino Unido a la guerra. Las últimas revelaciones aparecieron en The Sunday Times , donde se divulgó un documento confidencial, según el cual, ocho meses antes de la invasión, el Gobierno británico ya estaba buscando la fórmula legal para justificar la guerra con Irak.

El dominical publicaba el acta, fechada el 23 de julio del 2002, de una reunión celebrada en la residencia oficial del premier , en Downing Street, a la que Blair asistió junto al fiscal general, Peter Goldsmith, y los titulares de Exteriores, Jack Straw, y Defensa, Geoff Hoon.

DECISION DE WASHINGTON En aquel encuentro, según consta en el informe confidencial, Straw indicó que el presidente estadounidense, George Bush, ya había "decidido llevar a cabo una intervención militar, si bien el momento de entrar en acción estaba aún por decidir". Straw reconoció que "Sadam no representa una amenaza para sus vecinos, y la capacidad de sus arsenales de armas de destrucción masiva es menor que la de Libia, Corea del Norte o Irán".

"El plan --añadía Straw-- debería ser el de dar un ultimátum a Sadam, que permita el retorno de los inspectores de Naciones Unidas. Esto podría contribuir a justificar legalmente el uso de la fuerza". Entrevistado en la BBC, Blair negó que la decisión de ir a la guerra estuviera tomada a mediados del 2002 y señaló que, al término de aquella reunión, el Gobierno británico siguió el cauce de la ONU "para darle a Sadam, una última oportunidad".

PEDIR PERDON Blair tuvo que pedir una vez más disculpas por la forma exagerada en que infló, ante el Parlamento y la nación, los datos de los servicios secretos para justificar la invasión, pero no se retractó sobre su decisión crucial. "Puedo pedir perdón por toda la gente que ha muerto, pero no puedo disculparme por haber llevado al país a la guerra", señaló. El líder laborista acusó a sus rivales de "seguir hablando de Irak porque no tienen nada que decir de la economía, la sanidad pública, los colegios, la seguridad ciudadana, que son los temas que van a decidir el futuro de este país".

LOS ´TORIES´, ESTANCADOS Los últimos tres sondeos publicados ayer siguen dando a los laboristas una clara ventaja, de entre 3 y 8 puntos sobre los conservadores, que siguen estancados. La matemática electoral no tranquiliza a los estrategas de Blair, quienes están poniendo toda la carne en el asador para movilizar, en un último esfuerzo, a los abstencionistas, o a quienes estén pensando en votar a los liberal demócratas, como castigo por la guerra de Irak. El propio Blair advirtió ayer: "Aún no hemos ganado".