Tony Blair cerró ayer una era en la política británica. El hombre que durante 12 años ha liderado el Partido Laborista, con un éxito sin precedentes, dijo adiós a los suyos. Su despedida en la conferencia de su partido en Manchester fue vibrante, emocionada y sin reproches, la de un político en plenas facultades.

Blair evitó elegantemente ahondar más en las disputas internas y les puso las cosas fáciles a los que tanta urgencia tenían en deshacerse de él. "La verdad es que no se puede seguir eternamente, por eso esta es mi última conferencia como líder. Por supuesto es duro dejarlo, pero también es lo correcto para el país y para el partido", dijo con un ligero quiebro en la voz.

UNA FIGURA ESENCIAL En su discurso no identificó a ningún sucesor, pero alabó la tarea realizada por el ministro de Finanzas, Gordon Brown, el mejor colocado para ocupar su puesto. Brown ha sido, según Blair, esencial porque "ni el nuevo laborismo ni la victoria en tres elecciones hubieran sido posibles sin él".

Desde la tribuna, el ministro de Finanzas le dio las gracias. En el patio de butacas estaban los tres hijos mayores de Blair y su esposa, Cherie, quien el día anterior había acusado a Brown de falta de sinceridad.

Blair echó mano del humor para hablar del desliz de su mujer, que acaparó las portadas de la prensa. "Al menos no tengo que preocuparme de que se escape con el vecino de al lado", dijo. El vecino en Downing Street es por supuesto Brown, el candidato impaciente, al que otro íntimo de Blair, el exministro Peter Mandelson, acusó ayer de no haber asimilado nunca el haber sido derrotado por el actual primer ministro.

Las guerras internas están lejos de haber terminado, pero ayer durante la hora que duró el discurso de despedida, los delegados enterraron el hacha de guerra y escucharon cómo Blair hacía un repaso de los logros de su Gobierno, sin ceder un ápice en los puntos más conflictivos.

En tono firme defendió la polémica reforma de los servicios públicos, y las inquietantes medidas antiterroristas, cuestionadas por los juristas. Blair rechazó la acusación de que su política exterior, el talón de Aquiles de su mandato, sea la causa del terrorismo. "El terrorismo no es culpa nuestra y no lo hemos provocado".

EN PRIMAVERA La fecha de su abandono aún no ha sido fijada, pero todo apunta a que se producirá la próxima primavera. Sus palabras finales fueron muy emotivas: "Esté dónde esté, haga lo que haga, estaré con vosotros. Os deseo lo mejor. Quiero que ganéis. Vosotros soy el futuro ahora. Aprovechadlo". Una declaración recibida con una enorme ovación. Aunque el legado está ahí, la época dorada del laborismo puede ser ya pasado.