Un Gobierno paralizado, un primer ministro sin autoridad y un partido, el laborista, alarmado por un escándalo que le desacredita. En el Reino Unido todo el mundo coincide en que la situación de Tony Blair es perniciosa e insostenible. Pero el primer ministro dejó ayer claro que la investigación policial sobre corrupción en la que ha sido interrogado no le forzará a dejar Downing Street.

"No creo que dimitir sea lo acertado y pienso que sería particularmente equivocado antes de que la investigación haya seguido su curso y haya concluido", dijo Blair en el programa Today, el matinal radiofónico de la BBC. El primer ministro insistió en que "no sería muy democrático" que se marchara antes de lo planeado. Blair pidió esperar a conocer "los resultados de la investigación antes de sacar conclusiones".