Los conservadores británicos se frotan las manos. Durante los años 90, el partido quedó destrozado por las luchas internas, pero ahora les ha llegado el turno a los laboristas. Las críticas de "amiguismo" arrecian contra el primer ministro, Tony Blair, quien hoy deberá hacer valer su poder, cuando se reúna por primera vez con el nuevo Parlamento.

El último motivo de controversia es la composición del Gobierno, en el que Blair ha colocado a algunos de sus amigos y benefactores. Uno de los nombres más polémicos es el del multimillonario Paul Drayson, magnate de la industria farmacéutica, como subsecretario de Defensa.

Tras los atentados del 11-S, en plena histeria ante un posible ataque bacteriológico, el empresario donó 100.000 libras (147.000 euros) al Partido Laborista, tras lograr un lucrativo contrato de 32 millones de libras (47 millones de euros) para suministrar a Sanidad miles de vacunas contra la viruela. Drayson donó otras 500.000 libras (733.000 euros) tras ser nombrado lord por Blair. Otra designación polémica es la de Andrew Adonis, consejero de Educación. Adonis parece ser el cerebro de la introducción de tasas universitarias.