El primer ministro británico, Tony Blair, se prepara para asumir la presidencia semestral de la Unión Europea (UE) tras hacer fracasar, en la madrugada de ayer, el crucial Consejo Europeo de Bruselas. La absoluta inflexibilidad de Blair y su negativa a que Londres asuma su parte del coste de la ampliación ha agravado la crisis política abierta por el rechazo de la Constitución en los referendos de Francia y Holanda. Sin el marco político del Tratado y sin marco financiero por el desacuerdo sobre el presupuesto del periodo 2007-2013, la UE ha quedado privada de un proyecto y una orientación claros, aunque la gravedad de la crisis no se perciba en la gestión de los asuntos corrientes.

Blair no oculta su intención de desviar a la UE del proyecto de integración política impulsado por Alemania, Francia y España para orientarla hacia un mero gran mercado común. "Abramos un debate sobre qué tipo de Europa queremos", dijo Blair tras hacer fracasar la cumbre. El premier británico se negó a aceptar el recorte o la congelación del privilegio de recuperar el 66% de sus contribuciones netas al presupuesto de la UE (el cheque británico ).

PRIMER DESAFIO La primera prueba de fuego de Blair tendrá lugar el próximo día 23, cuando comparezca ante el pleno del Parlamento Europeo para exponer el programa de su presidencia semestral de la UE. El presidente de la Eurocámara, Josep Borrell, se declaró ayer "entristecido" por el fracaso de la cumbre y advirtió de que "la Unión Europea no puede permanecer averiada demasiado tiempo". Borrell indicó que, tras el comportamiento de Blair en los momentos finales de la cumbre, será casi imposible que se pueda alcanzar un acuerdo sobre el marco financiero bajo la presidencia británica. El actual marco financiero expira al final del 2006, por lo que aún hay algo de tiempo para alcanzar un acuerdo.

El Gobierno británico reiteró ayer que una de las prioridades de su presidencia será aprobar el marco presupuestario del periodo 2007-2013, con el objetivo claro de recortar la política agraria europea que ha asegurado la cohesión territorial de todo el continente. Sin embargo, el modelo británico de política agraria, que propició la epidemia de la enfermedad de las vacas locas y la exportó al resto de países, no resulta nada atractivo para la mayoría de los Veinticinco.

RECORTE DE AYUDAS El gesto inútil de los nuevos miembros pobres del Este de ofrecer un recorte de sus ayudas para facilitar, in extremis , un acuerdo financiero, revela la gravedad de la crisis interna de la UE y la insolidaridad de Gran Bretaña, Holanda y Suecia, que hicieron frente común para limitar sus contribuciones. El hecho de que sólo Blair rechazara proseguir la negociación tras la generosa oferta de los países del Este confirma su decisión previa de impedir a toda costa que hubiera acuerdo en la cumbre.

La última oferta de compromiso de la presidencia luxemburguesa suponía un techo de gasto de 871.514 millones de euros, el mero 1,06% de la renta de la UE. Esta cantidad es 123.000 millones inferior al mínimo estimado por la Comisión Europea para asegurar el funcionamiento adecuado de la UE.

La división y la crisis de la UE debilitarán su capacidad de influencia y proyección en la escena internacional en un momento clave. Bruselas tiene en el horizonte numerosos compromisos, como la estabilización de los Balcanes, el apoyo al proceso de retirada israelí de Gaza, las negociaciones con Irán, la consolidación de la democracia en Irak y la contribución a la pacificación de Sudán.