El dinero, incluso mucho, muchísimo dinero, no puede comprarlo todo. Michael Bloomberg, el milmillonario empresario, filántropo y exalcalde de Nueva York que decidió lanzarse a la carrera por la nominación presidencial del Partido Demócrata ante las dudas que le planteaba la capacidad del resto de candidatos de poder superar a Donald Trump en noviembre, anunció ayer que tira la toalla. Lo hizo tras un supermartes en que su inigualada inversión de fondos le dio escasos réditos y anunciando que pone ahora sus esfuerzos y su cartera y su potente maquinaria en todo el país al servicio de Joe Biden, al que ha dado su respaldo explícito en su mensaje de despedida.

Como si mirara las cifras de su empresa, Bloomberg analizó los datos del martes y vio que su camino se había cerrado. Tras gastarse para el supermartes 225 de los casi 500 millones que lleva invertidos en publicidad, solo podía contar con la victoria en los caucus de la Samoa americana. Entre ese territorio y los seis estados donde superó el 15% de voto arañó 44 delegados.

Su abandono es, estratégicamente, mucho más ortodoxo de lo que lo han sido las formas que han marcado su campaña y su arriesgada, cara y fallida apuesta de saltarse las cuatro primeras citas de primarias. Con la lucha por la nominación claramente delineada ya como un duelo a dos entre Biden y el progresista Bernie Sanders, Bloomberg se suma a otros candidatos, como Pete Buttigieg y Amy Klobuchar, que se retiran para ayudar a aglutinar el voto moderado alrededor del exvicepresidente.

«Siempre he creído que ganar a Trump empieza por unificarse tras el candidato con más opciones de ganarle», dijo Bloomberg. «Tras el voto de este martes está claro que ese candidato es mi amigo y gran estadounidense Joe Biden», dijo también. Y destacó la «decencia, honestidad y compromiso» del ahora favorito con «temas importantes» entre los que ha destacado el control de armas, la sanidad, el cambio climático y los buenos empleos».