Custodiados por una fuerte presencia militar y policial, los bolivianos participaron ayer mayoritariamente en calma en el referendo que debe definir el futuro de las reservas de gas. El resultado, auguró el presidente Carlos Mesa, será favorable al Gobierno pese a los llamamientos a la abstención y el boicot de los grupos radicales, protagonistas de incidentes aislados en la capital y el interior.

Mesa se mostró victorioso en El Alto, la paupérrima ciudad que circunda a La Paz y donde en octubre pasado se desencadenó la revuelta que terminó con el mandato de Gonzalo Sánchez de Lozada. "Ganaremos cinco a cero", predijo Mesa en alusión a similar cantidad de confusas preguntas incluidas en las papeletas y que, según sea la respuesta, darán forma a la nueva política de hidrocarburos del país que tiene la segunda reserva de Suramérica.

Unos 4,5 millones de personas estaban convocadas a las urnas. El fuerte frío, la falta de transporte público y cierta desinformación dificultaban la participación normal. Las autoridades confiaban no obstante en una presencia masiva en las urnas en las últimas horas de la jornada.