Antes de pelear la presidencia, Jair Bolsonaro solía confesar su melancolía por los años en los que Brasil fue administrado por los militares. Desde que está al frente del Gobierno de ultraderecha se ha propuesto reescribir la historia trágica de la dictadura militar (1964-73). Para el excapitán del Ejército, los documentos públicos que contabilizan 443 desaparecidos, reúnen 47.000 fotografías, informes de expertos y testimonios de las víctimas de las violaciones a los derechos humanos perpetradas durante ese período son un "blablablá".

Bolsonaro parece seguir en campaña electoral cuando revisa el pasado. "¿Usted se cree la Comisión de la Verdad? Fueron siete personas nominadas por Dilma (Rousseff)", dijo este martes sobre la presidenta que promovió aquel órgano en medio de fuertes presiones castrenses. Rousseff fue presa y torturada en los años 70. Cuando el Congreso decidió su controvertida destitución en el 2016, el entonces diputado Bolsonaro le dedicó su votó a Brilhante Ustra, el coronel que había sido su verdugo.

Pero el mandatario se empeña siempre en cruzar el límite de lo aceptable y por eso este martes hizo algo más que defender la ley de amnistía de 1979, que protegió a los militares y civiles acusados de delitos de lesa humanidad. Calificó de "balela (estupidez)" los documentos que incriminan a los represores, entre ellos los responsables del asesinato en febrero de 1974 de Fernando Santa Cruz, padre del actual presidente del Colegio de Abogados (OAB), Felipe Santa Cruz. "¿Quieres un documento para eso, Dios mío en el cielo? Un documento es cuando uno se casa o se divorcia. ¿Tienen un documento que diga lo contrario?", dijo el excapitán para descalificar los testimonios de los supervivientes. Según Santa Cruz hijo, Bolsonaro "volvió a demostrar rasgos de carácter graves en un gobernante: la crueldad y la falta de empatía" con los que sufrieron bajo la dictadura.

La OAB viene realizando serios cuestionamientos al Gobierno al punto de reclamar la dimisión del ministro de Justicia y Seguridad, y ex juez de la causa Lava Jato, Sergio Moro y el procurador Deltan Dallagnol, por falta de parcialidad en las investigaciones que llevaron a la cárcel al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva. De hecho, el Partido de los Trabajadores (PT) presentó horas atrás una denuncia en contra Moro por el papel jugado en esas circunstancias.

REACCIONES EN CONTRA

En este contexto es que Bolsonaro no tuvo mejor idea que recordar el pasado guerrillero del padre de Santa Cruz. El presidente sugirió que falleció como consecuencia de una acción insurgente. Pero su propio Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, lo desmintió al confirmar que el opositor a la dictadura tuvo una muerte "antinatural, violenta, causada por el Estado brasileño".

El excoordinador de la Comisión Nacional de la Verdad, el abogado Pedro Dallari, consideró que Bolsonaro no tiene ningún compromiso con la democracia. "Creo que el papel que ha jugado el presidente en este episodio es profundamente melancólico, porque la Comisión Nacional de la Verdad fue una conquista de la sociedad brasileña". Dallari llamó al presidente a usar su poder para hacer lo que no se pudo: "encontrar los restos de los desaparecidos". Para el excoordinador, Bolsonaro se equivoca si piensa que su electorado respalda ese tipo de agenda antidemocrática. "Lo votaron para combatir la corrupción, el desempleo, no por esta agenda de extrema derecha".

Por su parte, el Observatorio Judío de los Derechos Humanos de Brasil sostuvo que las declaraciones de Bolsonaro han sido no solo una "completa burla y falta de respeto por la vida, sino que también caracteriza una amenaza a cualquiera que se oponga al Gobierno actual, defienda el estado democrático y la preservación de los derechos humanos".