Seis tanques encabezaron ayer la invasión de la favela Vila Cruzeiro y le dieron otro tono sombrío a la guerra entre el estado de Río de Janeiro y los narcotraficantes. En Jacarezinho, otra de las barriadas en las que chocaron las bandas y las fuerzas de seguridad, fallecieron siete personas. Desde que el domingo comenzaron los enfrentamientos han muerto 34 personas, pero se cree que es una cifra provisional.

Comandos del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) entraron a Vila Cruzeiro con los rostros tiznados y manejando los blindados M113 cedidos por la Armada. Desde el cielo los seguían los helicópteros. Los tanques estuvieron acompañados por 15 blindados. Hombres del Comando Vérmelo (CV), la más peligrosa de las facciones narcos en Brasil, levantaron barricadas e incendiaron un camión para bloquear el acceso a la barriada. Las balas zumbaron por esas calles donde la zozobra es un alimento de la vida cotidiana. La mayoría de los favelados observaron atónitos in situ las acciones que otros miran en las pantallas de televisión.

Los 200 agentes del BOPE lograron retomar el control de la situación y los bandidos huyeron al Complejo de Alemao, otra de las favelas peligrosas de Río. Las imágenes aéreas transmitidas por el canal O Globo mostraron el alcance del conflicto: decenas de narcos, armados de fusiles y mochilas, se escapaban por caminos de tierra flanqueados de espesos matorrales y antenas de transmisión eléctrica.

La presencia de los tanques tuvo su efecto intimidatorio. Los vehículos fueron conducidos por miembros de las Fuerzas Armadas, pero las operaciones que se llevan a cabo en la zona norte de la ciudad están a cargo, al menos hasta el momento, de la Policía Militar. La guerra que han declarado las bandas contra las autoridades había dejado hasta el miércoles unos 60 vehículos incendiados, además de cientos de detenciones.

Los ataques que los narcos llevan a cabo desde el pasado fin de semana ponen a prueba la política de seguridad del gobernador Sergio Cabral, un aliado del presidente Luiz Inàcio Lula da Silva. Cabral atribuyó la escalada a un intento desesperado de las bandas por recuperar 20 favelas que están bajo control de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP). Pero, en los hechos, el gobernador tuvo que solicitar ayuda logística a las Fuerzas Armadas.

EFECTIVOS SUFICIENTES El coronel Alvaro Garcia, jefe del Estado Mayor da Policía Militar do Rio de Janeiro, consideró que ese cuerpo de seguridad tiene los efectivos suficientes para hacer frente a los delincuentes. "Estamos actuando de esta forma para traer tranquilidad a la población", dijo. García pidió a los habitantes de las barriadas pobres que se queden en sus casas.

Los llamamientos a la calma están a la orden del día. El prefecto (alcalde) de la ciudad de Río de Janeiro, Eduardo Paes, solicitó a los cariocas que no se dejen llevar por el miedo y que respalden la política de seguridad del estado. "Estamos enfrentando acciones terroristas que buscan generar un clima de caos".

El secretario de Seguridad, Jose Mariano Beltrame, vinculó a su vez los ataques a la decisión de transferir a ocho miembros del CV a prisiones de máxima seguridad en otros estados de Brasil. Es la única alternativa que encuentran las autoridades para impedir que los narcos manejen sus asuntos tras las rejas.

La policía interceptó conversaciones entre dos facciones narcos y descubrió que pensaban realizar una gran acción el día 27. Habían elegido lanzar explosivos contra los centros comerciales de la lujosa zona sur, así como las sedes de los gobiernos estatal y municipal. Miles de policías patrullarán las calles para evitar la desgracia tan temida.

La exdirectora del Sistema Penitenciario Julita Lemgruber afirmó que "legislar sobre el pánico" no es adecuado en momentos de crisis. Para ella, las UPP no alcanzan a confeccionar una política de seguridad del estado más violento de Brasil. Una prueba de ello es que la policía carioca solo resuelve el 8% de los homicidios de Río, contra el 60% que dilucida la policía de Sao Paulo. A ese nivel debería llegar la policía carioca, encargada de velar por los Juegos Olímpicos del 2016 y una de las sedes del Mundial de fútbol del 2014.