La Fuerza Aérea Brasileña ha avistado esta madrugada en el océano Atlántico restos que pueden ser del avión Airbus A-330-200 de Air France que desapareció ayer con 228 personas a bordo cuando viajaba entre Río de Janeiro y París, según han informado fuentes oficiales.

"Aún no podemos decir que sean del avión porque es necesario retirar una pieza y que contenga un número o marca que la identifique como parte del avión", ha afirmado el vicedirector de Comunicación Social de la Aeronáutica, coronel Jorge Amaral.

Según el oficial, entre los restos avistados por pilotos de dos aviones Hércules C-130 que participan en las búsquedas figuran un asiento, pequeños trozos blancos, una boya naranja y un tambor, además de manchas de aceite y de queroseno.

Los restos fueron ubicados inicialmente en la madrugada del martes por un avión R-99 que utiliza un radar y un sensor infrarrojo para captar objetos en el mar y medir las diferencias de temperatura. "El radar del R-99 identificó materiales metálicos y no metálicos en una región a cerca de 650 kilómetros al nordeste de [el archipiélago brasileño de] Fernando de Noronha", ha afirmado.

El blindaje del fuselaje

Por su parte, el portavoz del sindicato español de pilotos SEPLA, Jose María Íscar, ha considerado "prácticamente imposible" que la caída de un rayo sobre el fuselaje del avión de Air France desaparecido ayer en el Atlántico haya podido provocar por sí sola el desplome del Airbus-330 sobre las aguas del océano.

En declaraciones a EFE-TV, Íscar, piloto con 20 años de experiencia, ha asegurado que el impacto de un rayo sobre un avión no suele acarrear consecuencias graves, ya que el fuselaje metálico del aparato actúa de blindaje para los pasajeros y la descarga sale por la cola o por las alas sin afectar a la seguridad del vuelo.

Efecto mínimo

"Más allá del importante impacto luminoso y acústico que la caída de un rayo tiene en las personas que vamos dentro del avión, el efecto de cara a la seguridad es mínimo", ha asegurado.

No obstante, el portavoz del SEPLA ha reconocido que la ruta que debía seguir el avión de Air France para llegar a París desde Río de Janeiro suele presentar importantes núcleos tormentosos que generan fuertes turbulencias y aparato eléctrico.

En la medida de lo posible y en función del carburante disponible, los pilotos intentan rodear esta "barrera tormentosa" que ocupa una franja transversal de océano en medio de la ruta entre Brasil y las costas de África.

Zona de sombra

"Aventurar hipótesis es precipitado", ha insistido Íscar, que no ha descartado que incluso puedan aparecer supervivientes ya que los aviones disponen de balsas salvavidas y hay precedentes de amerizajes que han acabado con final feliz, como el ocurrido el pasado mes de enero en el río Hudson, en Nueva York.

La mayor dificultad, ha explicado, es la amplitud de la zona que será necesario rastrear para localizar el Airbus, ya que en esa región del Atlántico hay una enorme zona de sombra para los radares y las comunicaciones por radio son difíciles, por lo que se desconoce el punto aproximado donde pudo caer el avión.