«Casi el 90% prácticamente no siente nada. Ni siquiera un síntoma de gripe», insistió ayer el presidente Jair Bolsonaro sobre el covid-19. La tradicional levedad de sus diagnósticos se conoce cuando Brasil se prepara para traspasar la barrera de los 51.000 muertos, según las estadísticas del Gobierno de ultraderecha de dudosa credibilidad.

Brasil es, a estas alturas, el segundo país del mundo con mayor cantidad de decesos por coronavirus. El número de casos positivos ronda los 1,1 millones. A pesar de los problemas, el gigante sudamericano avanza en su desescalada. La mayoría de los estados ha comenzado a atenuar las restricciones y las playas de Río volvieron a poblarse.

El capitán retirado quiere que el retorno a los días previos a la pandemia sea aún más acelerado. Cree que una recuperación económica lo salvará de las tormentas políticas que se avecinan. Bolsonaro pidió a los gobernadores regionales que «dejen trabajar» a la mayoría de las personas porque «la posibilidad de tener un problema es escasa».

La semana pasada, Brasil registró cinco jornadas consecutivas con más de 1.000 fallecimientos diarios. El coronavirus, que en un principio se concentró en las dos mayores ciudades, São Paulo y Río de Janeiro, avanza con fuerza hacia el interior del país, donde la infraestructura sanitaria es mucho más precaria. El 59% de los casos registrados en las últimas semanas han tenido lugar en zonas que estaban menos expuestas al virus. El otro cambio relacionado con el curso de la infección es del orden social. El covid-19 se trasladó de los estratos más adinerados a los más pobres de la población.

En este contexto, la organización humanitaria Médicos sin Fronteras (MSF) advirtió de los peligros en ciernes. «La capacidad del sistema de salud, ya llevada al límite, ahora está llegando al colapso». MSF alertó a su vez sobre las condiciones de trabajo que tienen en el sector de salud. «Las enfermeras están muriendo más rápido que en cualquier otro país del mundo. El número de casos sospechosos y confirmados entre profesionales ha saltado de 230 a principios de abril a 11.000 un mes después». La Universidad Estatal de Río de Janeiro expresó su rechazo a la flexibilización de las medidas de aislamiento social y propuso la creación de un comité de especialistas para definir un calendario realista hacia la «nueva normalidad». Pero esas aspiraciones se dan de bruces con el presente político.