«Brasil está teniendo algunos problemas, sin duda», dijo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, más preocupado por el impacto del covid-19 en ese país latinoamericano que incluso el propio presidente brasileño, el ultraderechista, Jair Bolsonaro, uno de los grandes aliados del inquilino de la Casa Blanca.

Brasil ha superado la barrera de las 1000 muertes diarias. El gigante sudamericano registró ayer 1.179 decesos durante las últimas 24 horas. De acuerdo con el Ministerio de Salud, los fallecimientos llegan a 17.971, mientras que los 271.628 casos positivos sitúan a ese país como el tercero a nivel mundial con mayor cantidad de infectados, solo superado por Estados Unidos (aproximadamente 1,5 millones) y Rusia (299.000).

El presidente Bolsonaro, quien ha perdido a dos ministros de Salud, Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich, aseguró que el titular interino de esa cartera, el general Eduardo Pazuello, anunciará en las próximas horas el protocolo que permitirá el uso de cloroquina en pacientes con etapas tempranas de contagio. Es el mismo medicamento que Trump anunció esta semana que está tomando. La utilización generalizada de ese medicamento fue rechazada por los dos ministros salientes, entre otras razones porque se han detectado efectos colaterales negativos en los enfermos cardiacos.

Actualmente, el protocolo adoptado prevé aplicarlo solo para pacientes críticos y a través del monitoreo con electrocardiograma en los hospitales. Pero Bolsonaro no solo quiere imponerlo a toda costa, sino que dejó entrever que la cloroquina también es un campo de lucha ideológica para el Gobierno de ultraderecha.

«¿Qué es la democracia? ¿Tú no quieres? Tú no lo haces. No es necesario que uses cloroquina», dijo, pero, a la vez, añadió: «Los que están a la derecha toman cloroquina. Quienes están a la izquierda toman Tubaína (un refresco muy popular en el país)», dijo Bolsonaro.