La británica Gillian Gibbons, de 54 años y profesora de un colegio de Jartum, la capital de Sudán, está en prisión desde el domingo. Las autoridades de ese país, regido por el islam más extremo y la sharia (ley islámica), la acusan de blasfemia. El delito, por el que puede ser condenada a 40 latigazos y hasta seis meses de cárcel, ha sido dejar que sus alumnos de 6 y 7 años le pusieran Mohamed, el nombre del profeta Mahoma, a un osito de peluche, en votación popular. La profesora había sugerido el de Faris, pero la mayoría de los niños, 20 de un total de 23, eligió el de Mohamed, porque era el que más les sonaba.

La escuela Unity High School, fundada por un obispo cristiano en 1902, con alumnos de todas las confesiones, entre los que abundan hijos de profesionales sudaneses y expatriados empleados en la industria del petróleo, permanecerá cerrada hasta enero "por seguridad". "La señora Gibbons jamás quiso insultar al islam", señala Robert Boulos, director del centro. Funcionarios del consulado británico intentan que el asunto no vaya a mayores. Todos temen, sin embargo, que el asunto derive en un contencioso internacional. Los extremistas ya han empezado a manifestarse.