El primer ministro británico, Gordon Brown, dijo ayer no sentir ningún apego al poder y que no le costaría dejar su cargo ahora mismo. En una entrevista concedida al diario británico The Guardian , publicada ayer, Brown reconoce sentirse "dolido" con aquellos diputados laboristas que han cuestionado su liderazgo, a los que ha advertido que nada está perdido y que todavía el Partido Laborista puede ganar, bajo su liderazgo, las próximas elecciones, establecidas para junio del 2010.

"No estoy interesado en lo que acompaña al poder", asegura Brown en la entrevista, la primera que concede desde el escándalo de los gastos de los parlamentarios y el motín en su partido. "No me importaría en absoluto no regresar nunca a Downing Street o Chequers (casa de campo oficial del premier británico), incluso sería bueno para mis hijos". Y añade: "Para ser honesto, podría abandonar todo esto mañana mismo".

En este sentido, Brown reconoce en la franca entrevista que el último mes, con una rebelión dentro de su partido que casi le cuesta el cargo, ha sido el peor momento de su larga carrera política. "No creo que haya pasado por algo así antes, no en vida política al menos".

El primer ministro reconoce que carece de dotes de buen comunicador. "No soy bueno como presentador de información, ni soy un buen comunicador. Ojalá lo fuera. Ni tampoco soy bueno en manipulaciones políticas", afirma. Quizá por ello se ha puesto en manos de un asesor de imagen, el mismo que empleó la reina de Inglaterra tras el fallecimiento de Diana de Gales, según trascendió la pasada semana.

Brown se muestra convencido de que las medidas económicas que ha tomado su Gobierno para superar la crisis financiera internacional acabarán dando sus frutos muy pronto.

OPTIMISMO Esta convicción le invita al optimismo cara a las elecciones del año próximo, a pesar de que, hasta ahora, los sondeos otorgan una clara victoria al líder del partido conservador, David Cameron. Y expone otra razón para creer en su triunfo: que los tories han anunciado un fuerte recorte en el gasto público, algo que, según cree Brown, les pasará factura. Lamenta, sin embargo, que el día a día de la crisis le ha impedido centrarse en una planificación económica a largo plazo.