Una ola de protestas salariales es el último golpe para el cada vez más deteriorado Gordon Brown. El Reino Unido vivió ayer la primera gran jornada de huelgas del sector público en los 11 años que llevan los laboristas en el Gobierno. Al paro, de un día de duración, estaban convocados 400.000 trabajadores de la enseñanza y funcionarios de una decena de organismos, como examinadores de los permisos de conducir, gestores de las oficinas de empleo o guardacostas.

La principal movilización fue la de los maestros, con 8.000 escuelas, un tercio de las existentes en Inglaterra y Gales y en torno a un millón de alumnos afectados por el paro. Miles de padres tuvieron que quedarse en casa con sus hijos, mientras la Cámara de Comercio Británica valoraba en 85 millones de euros las pérdidas de las empresas debido a las ausencias laborales.

Los maestros, agrupados en el sindicato The Nacional Union of Teachers (NUT), participaron en medio centenar de manifestaciones en todo el país. En Londres, donde 1.500 colegios cerraron parcial o completamente, el desfile pasó ante la residencia del primer ministro y el Parlamento. El sindicato pide una subida salarial del 4,1% en vez del 2,45% que se les ofrece, por debajo de la inflación. La huelga del NUT, la primera en más de dos décadas, calificada por Brown de "lamentable", fue criticada por los principales partidos.

SIN GASOLINA El paro de este fin de semana en la refinería Grangemouth en Escocia por las pensiones puede dejar a la región sin suministro de gasolina. Policías, enfermeras, empleados de los servicios de transportes y trabajadores de otros muchos sectores públicos están discutiendo las propuestas salariales del Gobierno y amenazan con huelgas de cara al verano ante la pérdida de poder adquisitivo.

El deterioro de la economía y las protestas sociales incrementan las dudas sobre la capacidad de liderazgo de Brown.