Un elogio a las conclusiones de la reciente cumbre del G-8, la necesidad de poner fin a lo que definió como el "genocidio" de Darfur en Sudán y establecer una fecha para la independencia de Kosovo. Estos fueron algunos puntos destacados en las declaraciones del presidente de EEUU, George Bush, durante su "jornada romana" de 36 horas, que dejó más que satisfecho al Gobierno de centroizquierda de Romano Prodi, a pesar de que este retiró las tropas italianas de Irak tras ganar las elecciones en el 2006.

Durante la visita al Vaticano, la primera desde la elección de Benedicto XVI, el presidente de EEUU recibió un benévolo tirón de orejas, mucho más suave que el del fallecido Juan Pablo II, contrario a la guerra de Irak. El Papa indicó que la situación iraquí preocupa mucho a la Santa Sede, que aboga por una "solución regional y negociada" en este conflicto y en otros de Oriente Próximo. "El Papa me ha pedido que ejerza de líder contra el sufrimiento del mundo", reveló Bush. "Lo intentaré", respondió.

En una Roma desierta como en pleno agosto y blindada por 10.000 agentes, que al atardecer se enfrentaron a los manifestantes antiestadounidenses, el presidente de EEUU se entrevistó con su homólogo italiano, el excomunista Giorgio Napolitano, con el primer ministro y con la plana mayor de la comunidad católica de San Egidio.

CENA DE GALA Bush cerró su estancia con una noche de gala en la residencia de su embajador en Italia, en la que avanzó que se tomaría un café con el exprimer ministro Silvio Berlusconi. "Es un viejo amigo, se lo he dicho a Prodi y me ha contestado que no es rencoroso", explicó Bush.

"Italia ha retirado las tropas, pero lo ha hecho como país aliado y amigo de EEUU", declaró Bush al presidente Napolitano, según explicó un portavoz oficial de presidencia italiana. Después de agradecer una vez más a EEUU liberar a Italia del fascismo, el jefe del Estado italiano dijo a Bush que, frente a las crisis internacionales, "es una exigencia que el enfoque militar vaya siempre acompañado de intervenciones políticas, diplomáticas y humanitarias".

La herida de Irak quedó ayer cerrada también a tenor de la buena sintonía escenificada por Bush y Prodi durante la rueda de prensa, que se materializó en una invitación: "Estaría encantado de recibir a Romano en EEUU. Es un gran amigo". El jefe del Gobierno italiano, por su parte, dijo que no hay "ningún problema bilateral serio".

Ambos parecían compartir criterios en los principales temas de la política exterior. "Le agradezco su compromiso en Afganistán", le dijo el jefe de la Casa Blanca al primer ministro italiano, del que dijo que el mundo entero aprecia "el liderazgo en el Líbano", donde Italia dirige la Fuerza Interina de las Naciones Unidas (FINUL) y de la que es su principal contribuyente. En la comparecencia conjunta, tras un almuerzo de trabajo, Bush subrayó que, para la independencia de Kosovo, "el plazo ha caducado". "Es necesaria --añadió-- una resolución de la ONU, lo he hablado con Putin, pero ahora hay que actuar. Entiendo la preocupación de los serbios y tiene razón Prodi cuando dice que hay que darles algo en cambio, que podría ser la adhesión a la Unión Europea, pero no depende de mí expresar una opinión". Gracias los micrófonos abiertos de las cámaras de televisión que tomaban las imágenes de encuentro entre Benedicto XVI y Bush se supo que el Papa preguntó al mandatario si venía directamente del encuentro del G-8 en Alemania. "Sí, sí, ha sido un éxito", le contestó el presidente de EEUU. "Hubo opiniones diversas, pero se ha tratado de un buen encuentro", concluyó el mandatario estadounidense.