La muerte de Abú Musab al Zarqaui constituye un oportuno éxito para el presidente de EEUU, George Bush, porque su popularidad está en el punto más bajo a consecuencia del rechazo popular a la guerra de Irak.

El mandatario se apresuró a ensalzar la eliminación del terrorista y resaltó que esta muerte puede "invertir la tendencia" del sangriento conflicto. "Ha sido un duro golpe para Al Qaeda", añadió. Pero Bush advirtió también de que "la difícil pero necesaria misión en Irak continúa".

"La muerte de Zarqaui no cambia la situación de la noche a la mañana", matizó después su portavoz, Tony Snow, ante los inmediatos llamamientos realizados desde sectores demócratas a favor de la repatriación de las tropas. "Nuestros soldados ya han hecho su trabajo en Irak", recalcó el senador John Kerry, quien añadió: "Es hora de trabajar con el nuevo Gobierno iraquí para repatriar a las tropas a finales de año".

LA EVALUACION El presidente Bush se enteró de la posible muerte del líder de al Qaeda en Irak a las 16.35 horas del miércoles, y recibió la confirmación a las 23.10 horas. Ayer, evaluó telefónicamente la operación con el primer ministro británico, Tony Blair, y con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki. El pasado lunes, el presidente estudiará en Camp David con su equipo de seguridad nacional la nueva situación en Irak ; el martes incorporará en la discusión al primer ministro iraquí, mediante videoconferencia.

La Casa Blanca adelantó ayer que no se espera ninguna decisión respecto al nivel de tropas estadounidenses en Irak. Como dijo el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, la eliminación del terrorista "no significará el fin de toda la violencia en ese país".